Willow.
—Oh, mi Dios...
Jadeó con fuerza.
Sonreí con suficiencia cuando mi propósito cumplió su cometido. Las manos de Clifford se aferraron con fuerza en mi cadera. Incliné mi torso un poco más mientras me encontraba sobre el suyo, de tal manera que tuve que correr mi cabello hacía a un lado o de lo contrario sería un completo estorbo.
Después de varios días sin ánimos de hacer algo, ver el rostro de Clifford y escuchar sus suplicas me regresaron el buen humor que no debí perder.
—Willow, por favor—susurró—. Todos llegaran por la noche y necesito comprar las cosas para la cena.
Negué, aferrando mis piernas al costado de las suyas.
—Prometiste hacer lo que quisiera. Las promesas son algo que no puedes romper, Clifford.
Recordé, depositando un beso en su barbilla. Mis labios fueron raspados levemente por la creciente barba en su rostro, pero no me importó. Soportaría cualquier calvario con tal de saber que puedo poner mi boca en diferentes partes de su cuerpo.
—¿Torturarme es lo que quieres?—cuestionó con la mandibula tensa.
Solté una leve carcajada. Por más de que no pudiera verme asentí con vehemencia, era claro que verlo de esa manera me causaba mucha gracia. En especial cuando lo tenía a mi completo merced.
—Un poco—volví a reirme—. Es mentira, claro que es lo que quiero.
—Estoy haciendo lo posible por controlarme y obedecer como lo pediste.
—No será la única vez que tendrás que ceder el poder, Clifford—musité—. Acostumbrate.
—¿No lo será?
La preocupación resaltó en su tono de voz, haciendo escuchar bastante chistoso. Sus palabras fueron acompañas de un intento suyo por sentarse recto en el sofá, sin más no lo deje y empujé su cuerpo a la posición anterior.
—Quieto. Y no, no lo será. Es tu destino.
Nuevamente me ubiqué hasta estuve comoda encima de su regazo, y así poder continuar con lo que estaba haciendo.
Clifford liberó un pesado, y más que exagerado, suspiro antes de sonreír con sinceridad.
—Bien, eso es algo que estoy dispuesto a acepta... ¡auch!—se quejó—. Eso, ha dolido, Willow.
Sus manos quitaron de sus ojos las rojadas de pepinos, para que de esa forma poder mirarme fijamente.
—Ups, lo siento. Pero fue porque no permaneces quieto.
Traté de excusarme, viendo la zona rojiza en la ceja del castaño la cual me encontraba depilando hace tan solo unos minutos.
Así no era como quería que fuera nuestro día de relajación. Este comenzó como sugerencia por parte de él, diciendo que haría lo que quisiera con tal de verme un poco más animada después del fallecimiento de mi tía.
«Ese día».
Habían pasado catorce días desde que me desmayé y al reaccionar lo primero que vi fue el rostro de Clifford. Dos semanas del fallecimiento de mi tía, de la llamada que ocasionó que perdiera el conocimiento. Cuando desperté quise creer que todo fue un mal sueño, pero al ver al castaño tan preocupado por mi y siendo cuidadoso con lo que decía, me di cuenta que la llamada fue real.
Y en tan solo horas ya estaba en su velorio, junto a Clifford. Todo sucedió con tanta rapidez, que aún cuando ya pasaron varios días siento que es mentira, y podría verla nuevamente a lo lejos.
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Insaciable © [+21]
RomanceUn club nocturno. Una bailarina exótica. Un profesor recién llegado a la ciudad de Chicago. Y un baile demasiado excitante para el hombre que creía que iba a ser una noche aburrida. ¿Qué ocurrirá cuando el profesor descubra quien es la bailarina qu...