𝑻𝒆𝒎𝒑𝒕𝒂𝒕𝒊𝒐𝒏(𝑱𝒖𝒏𝒈𝒌𝒐𝒐𝒌♡𝑻/𝒏) (Concluida)

capítulo 39

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Pov ___.

Desde que no sentía la afabilidad de un corazón latiendo a tan pocos centímetros del mío. Un abrigo abrazándo mis miedos. El sentir como mis inseguridades podía meterlas en una botella y tirarlas al mar. Pero sabía, que a pesar de encontrar su afecto, sus manos acogidas a mi cuerpo, su respiración cerca, el fuego de sus piernas encerradas junto a las mías, aquel momento no podía durar mucho. La realidad te cae como un cubo de agua fría, sin apenas preguntar si la necesitas, si necesitas ese baño para darte cuenta que el amor puede desaparecer, y que el amar dolía más que mil disparos en la frente.

—me haces cosquillas—sonreí, Jungkook y su respiración, mis vellos erizándose como una fila de dominós que dejas caer, en secuencia. Me encogí al roce.

—¿tienes la piel de gallina o te pone? ¿hum?—preguntó travieso. Insistiendo en meter mano debajo de la fina tela de mis bragas.

—ninguna de las dos—su sonrisa. Era una cura para mi alma. Es verla y sentir que puedes respirar, que vivieras por escuchar sus ataques repentinos de ella, o como sus dientes se escapaban de su boca, dejándolos ver. —amor—el pelinegro alzó su cabeza. Estaba tan acostumbrada a decir amor a la persona que quiero, que tenía tantas ganas de referirme así a él. Amor, sonaba lindo, cariñoso, afectuoso. Y yo amaba a Jungkook, aunque jamás se lo haya dicho, y tampoco sé, si algún día llegue a hacerlo. A lo mejor por miedo a que escape, que huya. A que puede que el afecto que él siente hacia mi, no sean más que nubes pasajeras. Y decirle el te amo, significase un compromiso, una atadura.

—no te haces una idea, de como mi corazón late, joder que está al salirse el puto pecho—emitió dramático, haciéndome sonreír.

—¿qué? el decirte amor te complica la vida?

—¿la verdad? —asentí.

—creo que está complicada desde que apareciste aquella mañana, en el elevador, y sonreíste.

—¿qué dices Jungkook? no recuerdo haberte sonreído—reí—más bien te quería ahorcar, me estuviste retrasando para mi entrevista con el pesado de Shon. Venga que ese señor me daba mala espina desde que lo conocí.

—ja, no me digas, te dí suerte cariño, a parte creo en el destino, y estaba para que te cruzaras en mi camino ese día—dijo. Recosté mi cabeza en su pecho. Y si que podía escuchar a su corazón. Lo rápido y latiente que estaba. No quería parar de oírlo. No quería que se fuera. Me negaba a la idea de que en verdad no fuésemos más que dos personas cruzadas de casualidad, sin un futuro seguro.

—en serio, ¿estás bien?—pregunté. Porque tenía claro, que llegó a mi departamento huyendo, de todo, de su día, de su familia, de los problemas, de la empresa, como yo suelo hacer la mayoría de las veces

—te aseguro, que mejor que nunca—confesó. Y quería creerle, perderme en cada una de esas palabras. Y no pensar en nada más, y hacerlo como un cuento de adas, una película de Disney o una película romántica en donde todos los finales son felices.

—no me mientas.

—y no lo estoy haciendo —me apartó, para que lo mirara—___, te juro que lo primero que busco cuando llego a la empresa es a tí, que cuando mis días son una pura mierda, corro hasta el lugar en el que te encuentras, para verte, porque eres ese pedacito de mi que hace que en mi día más malo se convierta en purpurinas queriéndose salir del frasco.

—oh, chico romántico, ahora te dió por mezclar las purpurinas con mi profesión?

—es que ya están incluídas con tu profesión—sonrió.