De vuelta a casa

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Era martes por la tarde, la madre de Jenna estaba preparando las bolsas mientras a Jenna le hacían una última revisión. Le quitaron las vendas y todos los cables.

- Jenna, vuelve el sábado a que te quiten los puntos y después ya podrás hacer vida normal del todo. Pero sobretodo, si sientes mareos o algo fuera de lo normal, vuelve directamente aquí.

- ¿Y me podre duchar?

- Si, pero tendrás que ir con cuidado con el pelo, que te ayude tu madre.

- Uy yo, yo no me veo capaz, me da mucho miedo hacerle daño, yo no podría.

- Pues que le ayude alguna amiga o alguien pero ella sola que no se lo haga porque se podría hacer daño al no vérselo.

Terminaron con las maletas, le dieron el alta y se fue con un taxi hacia su casa.

Allí estaba su padre, y sus abuelos. Se fue a su habitación a deshacer la bolsa.

La habitación era grande, tenía las paredes pintadas de color naranja y lila una cama con cajones, un armario lleno de cosas y otro para la ropa, también tenía un estante lleno de libros, una cajonera para el resto de ropa y un escritorio lleno de cosas y más cosas, también tenía el ordenador y por último una silla de las que dan vueltas.

Entró a la habitación y paso por el lado del espejo y se quedo mirándose a sí misma, llevaba el pelo corto bastante sucio, no era del todo rubio por culpa de que con las vendas no se lo había podido lavar, con lo que le gustaba a ella tenerlo largo, y tenía ojeras mas después de todo tenía una sonrisa radiante al poder estar otra vez en casa.

Desembolsó la ropa y se fue al cuarto de baño y se lavó la cara. Después bajo al comedor y se encontró a Erik sentado en el sofá.

- Erik, ¿qué haces aquí?

- Pues nada que tu madre nos dijo que hoy te daban el alta y hemos venido a saludar.

- ¿Hemos?

En ese momento Claire salió de la cocina junto con la madre de Jenna.

- Jenna! ¿Cómo te encuentras?

- Bien

- Que bien ya no tienes cables y agujas clavados, con el repelús que me daban

- Hahaha y mañana volvemos a las clases como si no hubiera pasado nada, bueno nada de lo mío... - se hizo un silencio incómodo- y... Sabéis algo de Jack- pues Jack aparte de ser su profesor de educación física era su tutor y estaban preocupados por él.

- No, no sabemos nada, supongo que mañana nos dirán algo. Por cierto me ha dicho tu madre que si te podía lavar el pelo por eso de que no te veías.

- Si, por favor es que antes me lo he visto y esta asqueroso, tú me ayudas con el pelo y ya por la noche me terminare de duchar.

- Vale, pero, no te importa verdad que este Erik.

- Que va, si es como un hermano.

- Pues que, ¿vamos?

- Si, venid.

El rubio de ojos marrones, la rubia de ojos verdes y la castaña de ojos azules subieron arriba, Jenna cogió algunas toallas y se dirigieron al baño grande de la casa. Erik se sentó en la tapa de váter y Jenna y Claire se quedaron pensando.

- ¿Haber chicas como lo hacéis?

- Claire, que te parece si yo me siento en el taburete y tu, des de dentro la bañera me lo lavas, te quitas las chanclas y ya está, así no mojamos demasiado, es que si no, no sé cómo hacerlo.

- Vale- esta se quito las chanclas que llevaba y la otra se puso una toalla en el cuello y se sentó finalmente en el suelo, pues con el taburete estaba demasiado alta y en el suelo la bañera tenia la altura perfecta.

Claire se quedo mirando el pelo de la chica y le miro donde tenía exactamente la herida para ir con cuidado.

- No puedo- exclamo- lo siento Jenna es que ya sabes que a mí esto de las heridas me da mucho asco, lo siento, no puedo hacerlo- sin querer se puso a llorar.

- Claire, tranquila no pasa nada, no llores, la culpa es mía porque yo ya lo sabía.

- Jenna... Si quieres puedo lavártelo yo, así Claire estará más tranquila, si no te importa claro.

- ¿De verdad?, por mi vale, Claire va tranquila sal no pasa nada, ya me ayuda Erik.

- Gracias- susurro ya calmada, salió de la bañera y dejo paso a su primo- y gracias Erik.

- Si te hago daño o te pasa algo me lo dices eh.

- Que si y por cierto muchas gracias- dijo mirándole del revés y sonriendo

El chico encendió el agua y la aclimato un poco fría pues caliente que es como le gustaba a la chica no podía ser por culpa de la herida y empezó a mojarle el pelo a la rubia, esta cerró los ojos. Después cogió el champú y empezó a darle un ligero masaje con la yema de los dedos, con mucha suavidad y mucho cuidado. Luego se lo aclaro y le puso suavizante pues tenía el pelo muy enredado. Al cabo de un rato le volvió a aclarar y se lo seco un poco con una toalla.

Durante todo el rato, el silencio había reinado en el cuarto, solo se oía el agua y sus respiraciones.

Quién iba a creer que sería un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora