Sin miedo a nada

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Sergio se encontraba en el hospital, era tarde pero no le importaba, quería estar con Sam en todo momento. Sus padres habían bajado a cenar en la cafetería antes de que se les echara del hospital.

Estaba solo con Sam, ella no se movía, tan solo respiraba, tampoco sabía si oía algo pero él a veces le susurraba cosas al oído. También para animarse un poco había pensado que diría ella en esos momentos, seguramente, siendo como era le diría que se aprovechase que ella no iba a reaccionar.

Estaba en coma des del mismo día en que encontraron a Vicky muerta, des del día de la pelea, ¿pero qué había pasado?

Llevaba casi una semana rompiéndose la cabeza, y solo se le ocurría que podía ser Alberto. Des del momento en que se la encontró tendida en el suelo delante de su casa, se quería morir, todo había sido por su culpa, si no se hubiera entretenido… Hubiera salido antes de casa y todo eso no había sucedido, y Sam estaría sonriendo y pensando mal en cualquier cosa que dijeran.

La miró detenidamente, no se le movía ni un solo músculo, solo el corazón y los pulmones. Tenía la pierna fracturada, la tibia rota en dos partes y el peroné en tres, la tenía enyesada y por poco no le tuvieron que poner unos hierros para aguantarle, en eso fue bueno que estuviera en coma, así no se podría mover, y no le dolía.

Estaba llena de moratones por todo el cuerpo, y un corte horizontal le travesaba la espalda de un hombro al otro.

El móvil de Sergio empezó a sonar, una canción que les gustaba mucho tanto a él como a Sam. Iba a responder cuando vio que el dedo de la chica se empezaba a mover al compás de la música. Asombrado buscó la canción en la carpeta de música, cerró la puerta de la habitación y la puso. La canción volvió a sonar, y la mano de Sam se movía dando ligeros golpes sobre el colchón, pero nada más se movía. Por un motivo que el chico no supo responderse se puso a cantar flojito lo mismo que la canción, por su sorpresa decía exactamente lo que pensaba en ese momento.

Me muero por suplicarte,

que no te vayas mi vida.

Me muero por escucharte,

decir las cosas que nunca digas,

más me callo y te marchas.

mantengo la esperanza de ser capaz algún día

de no esconder las heridas

que me duelen al pensar

que te voy queriendo cada día un poco más...

¿cuánto tiempo vamos a esperar?

Me muero por abrazarte

y que me abraces tan fuerte.

Me muero por divertirte

y que me beses cuando despierte

acomodado en tu pecho,

hasta que el sol aparezca,

me voy perdiendo en tu aroma,

me voy perdiendo en tus labios que se acercan susurrando,

 palabras que llegan hasta el pobre corazón,

Voy sintiendo el fuego en mi interior.

Quería abrazarla, besarla, amarla, verla sonreír…, se había acercado a la chica y la miraba de cerca.

Me muero por conocerte

saber qué es lo que piensas,

abrir todas tus puertas

y vencer esas tormentas

que nos quieran abatir.

 centrar en tus ojos mi mirada,

cantar contigo al alba

besarnos hasta desgastarnos nuestros labios,

y ver en tu rostro cada día crecer esa semilla,

crear, soñar, dejar todo surgir,

aparcando el miedo a sufrir.

Sam empezaba a oír pero no podía hacer nada más, era la canción que más les gustaba.

Me muero por explicarte

lo que pasa por mi mente

me muero por intrigarte,

seguir siendo capaz de sorprenderte

sentir cada día ese flechazo al verte

que mas dará lo que digan,

que mas dará lo que piensen

si estoy loca es cosa mía

Quería decirle a Sergio que estaba allí, que le podía escuchar, que no se preocupara. Que le quería.

y ahora vuelvo a mirar el mundo a mi favor

vuelvo a ver brillar la luz del sol.

Sus ojos se desbloquearon, empezaron temblando, hasta que finalmente los abrió lentamente, los sentía pesados, muy pesados. Pudo despegar sus labios, y después de muchos esfuerzos empezó a susurrar la canción.

Me muero por conocerte

saber qué es lo que piensas,

abrir todas tus puertas

y vencer esas tormentas

que nos quieran abatir. 

Centrar en tus ojos mi mirada,

cantar contigo al alba

besarnos hasta desgastarnos nuestros labios.

y ver en tu rostro cada día crecer esa semilla,

crear, soñar, dejar todo surgir,

aparcando el miedo a sufrir.

El chico estaba con los ojos cerrados, tan adentrado en sus pensamientos sobre la canción que no se dio cuenta de que la chica también estaba cantando, sus voces iban a la vez que la canción, hasta que oyó algo que se salía del guión.

- Te quiero- sintió como algo le acariciaba sus labios, abrió los ojos y se encontró los ojos grises de Sam, empañados de lágrimas. Le acarició la mejilla, aun no se lo creía, la observaba como si dejar de mirarla supusiera no volverla a ver- ¿Dónde estamos?

- Sam estás en el hospital- le explicó- estabas en coma.

- ¿Cuánto tiempo ha pasado des de mi pelea con Alberto?

- Eso no importa ahora.

- Fran, ¿dónde está?- gritó la chica- ¿Cómo está? Tenemos que conseguir que la policía deje de buscar a Alberto, o si no lo matará.

- Estamos a Sábado, encontraron a Fran muerto el miercoles. Ayer por la tarde, después de terminar las clases fuimos a su funeral.

- ¡No!- volvió a gritar- ha sido mi culpa, Fran ha muerto por mi culpa, debería haber resistido, y ahora él no estaría muerto.

- Sam, cálmate, voy a avisar a una enfermera para decirle que has despertado.

- Seguro que te conoces a todas las enfermeras sexis del hospital- se pusieron a reír ante el comentario.

- Incluso estando enferma se te ocurren cosas así, eres de lo que no hay- se paró en la puerta y se volteó- Y que lo sepas, no me he mirado ninguna enfermera. Para mí solo estabas tú- La chica le sonrió desde la cama.

Quién iba a creer que sería un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora