Agua y viento

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La ojigris le lanzó una mirada desafiante. Viento y agua se cruzaron, se inspeccionaban atentamente con la mirada. La tensión en el ambiente se podía cortar con un cuchillo.

- Sabía que aparecerías por aquí en algún momento. Sam te conozco demasiado.

- Lástima que yo ya no puedo decir lo mismo de ti, la verdad, no eres el Alberto del cual me enamoré. ¿Qué te ha pasado? Primero me pusiste los cuernos con Andrea, aun que la verdad no me importa, ahora ya no, he conseguido olvidarlo. Pero ¿porqué mataste a Víctor?, no podías seguir tranquilamente, ella tenía su doble vida y tú la tuya y ahora le has roto una parte de su corazón. No solo eso, la has matado por completo.

- No es verdad, ella me quiere.

- No Alberto, la amenazaste con violarla, ¿te parece poco?- hizo una pausa y prosiguió- ¿Por qué mataste a Víctor? Dame una explicación lógica.

- Yo no lo maté, fue un accidente, yo no le quería matar.

- Pero lo hiciste.

- Fue un accidente. ¡Entiéndelo!- gritó.

- No Alberto. Ya no te entiendo, podía entenderte antes, podía entender que me pusieras los cuernos, incluso podía entender que nos ayudaras a descubrir al asesino con pistas falsas enviándonos hacia Ángel. Pero lo que le has hecho hoy a Vicky… eso no tiene explicación, ¿se puede saber que se te ha pasado por la cabeza?

- Primero de todo te repito que fue un accidente…

- Ya pero podrías haberlo dicho, nos lo podrías haber contado- le interrumpió Sam- y te hubiéramos ayudado, sobretodo yo.

- No me hubieras ayudado. Si te lo decía te tendría que contar lo de yo y Andrea y me dejarías, tú y por consecuencia todos y estaría en la misma situación. Tengo a la poli que me persigue. ¿Qué harías tú en mi caso?

- Confiar en mis amigos- dijo secamente- confiar en ti, en que aun que te hubiera puesto los cuernos tu me ayudarías, eso es lo que yo hubiera hecho. Si me hubieras contado lo del accidente te hubiera ayudado, me hubiera dado igual que me hubieras puesto los cuernos, te hubiera apoyado. Yo y todos los demás. Eso es lo que hacen los amigos.

- Cuando has matado a una persona accidentalmente no lo piensas eso, solo sabes que si alguien se entera te van a poner en un centro de menores hasta que cumplas los dieciocho, en mi caso de aquí a dos meses, y puedan meterte en la cárcel hasta vete a saber cuándo.

- Si tú lo dices…, oye una pregunta ¿Porque estás mojado?

- ¿A qué viene eso ahora?, la verdad es que no me sorprendes Sam siempre tan … tan tú, se te pasa algo por la cabeza y lo dices, da igual la situación. Pero bueno respondo a tu pregunta, es que, al tirar a Vicky a la piscina, pensé en despedirme de ella y me tiré, la verdad es que me daba un poco de lástima… haber no me daba pena que se estuviera ahogando y que no pudiera hacer nada para salvarse, me daba pena por el simple hecho de que no la escogí a ella para matarla, fue la suerte que la trajo a mis brazos, bueno en su caso mala suerte pero bueno que aquí el que habla soy yo.

» Te cuento, iba hacia mi casa a buscar provisiones porque claro no estoy viviendo en mi casa, es de lógica. A esas horas mis padres aun estarían trabajando, y de repente ella apareció por la esquina de la calle, supongo que iba a casa de sus abuelos. Estaba oscuro, ella iba sola y no había nadie por la calle, era la oportunidad perfecta, no pasaba nada en modificar el plan, además si la mataba a ella y no a otro de la clase haría más presión para que consiguierais que la poli dejara de buscarme. Así que pensé: Alberto es la mejor oportunidad de tu vida, aprovéchala. Y bueno pues la secuestré, fue relativamente fácil, contaba con el factor sorpresa, pero no tengo ganas de explicar cómo la secuestré.Lo que sí que te contaré es que he sacado muchas conclusiones y suposiciones, en todo este tiempo.

» Os he estado espiando digamos. Supuse que en cuando encontrarais el cuerpo de Vicky no sabríais que hacer con él. Me he quedado espiando hasta que han llegado los chicos, como he visto que Sergio no venía, he supuesto que tu lo irías a buscar y que no le dejarías venir solo después de lo de Vicky, sé cómo eres Sam, no podrías en peligro a nadie, sabía que vendrías sola, y por eso te he estado esperando aquí, sabía que tarde o temprano aparecerías. Y bueno también me he tomado la molestia de suponer…- de repente sin que la chica se lo esperara, le dio un puñetazo en la barriga con tal fuerza que la tiró al suelo.

Pero la chica, rápidamente lanzó un pie contra la entrepierna del chico haciendo que éste cayera de rodillas al suelo, mientras ella se levantaba. No perdió ni un segundo, mientras el chico terminaba de ponerse en pie, le hizo una técnica de aikido, pero el chico se defendió con suma facilidad y Sam terminó otra vez en el suelo, pero eso no la paró, toda su furia estaba siendo descargada en ese momento.

Ninguno de los dos se había dado cuenta pero había empezado a llover y a hacer viento, pero eso no les frenó.

Sam se levantó de un salto y le hizo una nueva táctica que les habían enseñado el día anterior, la cual había aprendido rápidamente, una táctica de la cual Alberto no podía defenderse. O eso es lo que ella pensaba. Se abalanzó con todas sus fuerzas hacia el chico con el puño por delante. Pero el chico fue más rápido, le cogió el brazo por la muñeca y la levantó sobre su espalda haciendo que las vertebras de la chica crujieran, luego la tiró al suelo con toda su rabia. Haciendo que la chica impactara con la espalda contra el bordillo de la acera y con la cabeza contra una farola.

Le dolía todo el cuerpo, notaba como algo caliente le bajaba por la espalda y como las gotas de la lluvia resbalaban por su cara. Multitud de pinchazos la estaban devorando por todo el cuerpo. No veía nada, solo oía la lluvia y, de repente algo le aplastó la pierna contra el asfalto, haciendo que sus huesos se astillasen y se rompieran, intentó chillar pero no podía, no tenía voz. Solo podía escuchar. Escuchar como una voz fría le susurraba al oído.

- Eres demasiado predecible Sam. Tú has entrenado, pero yo también, recuerda que os espiaba. Te voy a decir una última cosa, entérate bien porque no te lo voy a decir dos veces. Tenéis un margen de cuarenta y ocho horas no exactas, eso es hasta pasado mañana a las nueve de la noche, para conseguir, tú y tus amiguitos, que la policía deje de buscarme, de lo contrario Fran se unirá con Vicky y Víctor. Quedáis avisados.

Después oyó pasos que se alejaban, y, de repente, el dolor cesó, no veía nada, dejó de escuchar la lluvia, tampoco podía oler el olor de lluvia que tanto le gustaba. No sentía su cuerpo, no sentía las gotas de lluvia caer por su cara, y lo peor. Todo estaba negro.

Hasta que finalmente, incluso dejó de pensar.

Quién iba a creer que sería un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora