Sorteo

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- Cabaña- repitió Claire en voz alta- eso no tiene sentido, ¿qué quiere que hagamos en la cabaña? No puede ser cabaña Jenna, ¿por qué nos enviaría allí? Allí no hay nada a parte de un refugio siniestro lleno de moho, un pequeño cuartel de jardinería con hachas y un esqueleto.

- ¿Que esqueleto?

- Me pasé no sé cuantas horas encerrada al lado de un esqueleto lleno de moho- le dio un escalofrío recordarlo- era un esqueleto como los de clase de biología.

- Bueno, quizás hay alguien más que vive allí o alguien se esconde allí y quiere que lo vayamos a buscar.

- Eso tampoco tiene sentido Sam

- Bueno Jenna pues di algo en lugar de quejarte.

- Estoy pensando, le busco algún sentido lógico- se había sentado en el sofá al lado de Erik, levantó la cabeza mirando al techo y cerró los ojos.

- Chicas, creo que os deberíais ir a vuestras casas. Ya lo hablareis mañana es la una de la madrugada- dijo el padre de Claire entrando al salón con su mujer y Christian- Chris, por favor lleva a Sam y Jenna a casa, coge mi coche.

- De acuerdo. Chicas vamos.

Sam y Jenna se despidieron de Claire y Erik y se fueron con Christian. Primero llevó a Sam a su casa y luego puso rumbo a casa de Jenna. La chica estaba callada sentada en el asiento del copiloto. La tensión que se respiraba era tal que se podía cortar con un cuchillo. Solo se oía el leve sonido de la radio y el ruido del coche.

- Bueno... Jenna... Emm... ¿Cómo estás con lo de la piscina y eso?

- Bien

- Me alegro.

- No hace falta que finjas que somos buenos amigos.- se hizo un largo e incomodo silencio, llegaron a casa de Jenna y Christian estacionó el coche en la entrada antes de abrir la puerta, Jenna le preguntó- ¿Christian... Que le ves a mi hermano?

- Verás Jenna, tu hermano, es guapo, eso no se puede negar, pero la verdad eso me importa bastante poco. Lo que pasa con Axel es que nos entendemos, siempre hemos sido amigos, y siempre hemos estado juntos. Verás, lo nuestro empezó hace unos años que teníamos como una especie de juego, nos divertíamos haciendo ver que éramos gais, pero en ese momento nada era serio, había la regla de no tocarse. Después nos separamos. Yo me fui a Dinamarca a trabajar en un caso de una niña que sufría un trastorno grave e instalé mi consulta allí, eso fue cuando Axel vio la gravedad de la situación que te causé y se enfadó. No supe nada de él en años. Hasta que un día se me ocurrió llamar a vuestra casa y tu madre me dijo que él estaba trabajando en la empresa de tu tío en Dinamarca. Lo llamé y quedamos, y lo solucionamos un poco. No volvimos a quedar. Hasta que un día se me presentó a la consulta. Me estuvo hablando de sus novias y estuvimos hablando de nuestras ex novias durante unos días, hasta que un día me dijo que quería suicidarse, que no podía estar en Dinamarca, que estaba demasiado lejos de vosotros, se sentía solo, muy solo. Le dije que dejara el trabajo y buscara algo por aquí pero me respondió que no podía hacerle eso a su tío. Se calmó un poco y un día nos pusimos a recordar ese juego de ser gais hasta que nos dimos cuenta de que, es verdad que habíamos estado con muchas chicas, pero que no era lo mismo, no era lo mismo des de que nos habíamos separado. Fue en ese momento en que nos dimos cuenta de que lo que nos unía era mucho más que amistad, que eso que había empezado como juego se había transformado en realidad. Fue antes de vacaciones que ocurrió eso, yo ya había solucionado el caso de la niña esa y nada me impedía volver a aquí. Así que decidimos que por vacaciones vendríamos y mientras él pensaría que hacer si volvería allí o se quedaría y buscaría un trabajo aquí. Con todo esto Jenna, yo te quería pedir perdón por lo que pasó ese día, se que hace muchos años, pero como psicólogo se que te afectó mucho y lo siento, de verdad.

Quién iba a creer que sería un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora