Ya había pasado una semana desde que leyeron la primera parte de ese misterioso diario. La mayoría no se lo creían, pensaban que Alberto lo había usado como tapadera solo para intentar conseguir que le perdonaran y si se les ocurría presentarlo ante los tribunales no se le culpara.
Pero había una persona del grupo que no lo tenía tan claro, quizás sí que era verdad lo que decía el diario, es verdad que seguramente ella era la que más había sufrido por su culpa, pero también era quien más lo conocía y eso nadie se lo podía negar.
Acababa de salir del hospital, después de que le quitaran el yeso de la pierna y estar dos horas en rehabilitación. Iba a coger el metro para volver a casa cuando se le ocurrió una idea. Ya hacía días que se le pasaba por la cabeza pero con las muletas, la pierna y todo no podía darla a cabo. Ahora era la oportunidad perfecta. Nadie la esperaba en casa y Sergio estaría en clase de aikido.
Prisión no quedaba demasiado lejos del hospital y si iba andando mejoraría la pierna mala así que se dispuso a ir hacia allí. Había tenido suerte de que se le había curado rápidamente, es lo bueno que tiene que te pase esto en vacaciones, puedes descansar más y te recuperas antes.
En diez minutos estaba delante de la recepción.
- Hola, me gustaría visitar a un preso- dijo convencida.
La mujer que estaba allí levantó la mirada. Por la cara que tenía, Sam pudo deducir que no le iba a ser fácil que la dejaran entrar.
- ¿No eres demasiado joven para estar aquí?- le dijo la mujer con una voz aguda y poniéndose las gafas de media luna que le colgaban de una cinta que llevaba en el cuello.
- Yo también pienso que él lo es para estar aquí y mire, lo está- le reprochó la chica en el mismo tono borde.
- Dígame su nombre
- Alberto Di Ángelo
- No se le permiten visitas en las salas.
- Bueno pues me da igual, necesito hablar con él, me da igual no verlo.
- Chica un poco de respeto. Se supone que necesitas la autorización de un adulto para poder entrar a hablar con un preso.
- Pues quiero hablar con el director.
- ¿Antonia alguien ha hablado de mí?- dijo un hombre vestido con un traje saliendo de una puerta de cristal opaco.
- Si señor, esta muchacha quería hablar con usted pero ya la echo fuera, solo viene a molestar.
- Sam, cuánto tiempo sin verte. Antonia dale una tarjeta para entrar.
- Oh, ahora mismo señor, lo siento- la mujer buscó en uno de los cajones y luego le tendió una tarjeta con una cuerda que la chica se tuvo que colgar en el cuello.
Sam desde que el director había aparecido se le había dibujado una enorme sonrisa en la cara, al ver a la mujer morirse de vergüenza al darse cuenta de que lo conocía, y correr a hacer caso a todo lo que el señor le decía.
- ¿Y bueno Sam, que te trae por aquí?- dijo el hombre haciéndola pasar por la puerta de donde él venía. Allí había un despacho grande con un escritorio con papeles y un ordenador en medio del caos.
- Verás Alfonso, quería ver a Alberto, sabes el amigo de Sergio, que hace unas semanas cumplió los dieciocho años y lo trajeron aquí.
- Sí, Sam sé de quién me hablas, pero no creo que sea muy recomendable.
- Por favor, Alfonso, necesito hablar con él.
- Sam, vale que soy el tío de Sergio y se podría decir que eres como de la familia pero no puede ser, por tu propia seguridad.
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Quién iba a creer que sería un asesino
Mystery / ThrillerUna divertida excursión con la clase pudo convertirse en la peor pesadilla para algunos. Querer quejarte de la nota, volver al bosque y encontrar algo. Un compañero ha sido asesinado. Sospechas, pronósticos... pero mientras tanto, más muertes. Tendr...