Capítulo 21

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Tierra de Dragones.

Estar juntos en público no es nada bueno para nuestra reputación. A mí no pueden verme ni en mis más mínimos sueños con un Leroy, y a él no pueden verlo codearse con una Ferrari, y no por los medios comunes porque ellos no están ni enterados de quien soy, pero la central tienen cámaras en todos lados en los Ángeles y podrían dar conmigo lo que pondría la reputación de Theo en fuego.

Por otro lado, Theo tiene una reputación oculta, un pasado que siempre lo persigue y que él mantiene, ''El Jefe menor'', lo conocen así en este mundo, un hombre con pasamontañas que se mueve por las sombras de la noche haciendo destrozos y cobrando favores, al que le gusta divertirse viendo sufrir a los que hicieron daño a los suyos, como lo hicieron con su hermano.

Si tuvieron alguna duda de porque Theo y yo nos llevamos tan bien era porque queríamos hacer los mismos destrozos, pero ahora no estoy segura de lo que quiera, sin embargo él dijo que está dispuesto a demostrarme que no se olvidado de quien era, de sus promesas o sus deudas y espera volverse a ganar mi lealtad.

Mis guardias nos rodean mientras avanzamos, en todos lados hay sitios llenos de luces, de claridad, llamativos, como también hay algunos en los que desde lejos notas el peligro y la maldad recurrente de ellos como lo es esta parte de los Ángeles. Nos adentramos cada vez más en la zona infestada por humo blanquecino en el aire.

El olor hediondo es insoportable, en la calle por la que pasamos esta transitada por gente que sin duda te robaría o haría cosas peores si pasaras por ahí solo, pero como saben quiénes somos ni siquiera se atreven a mirarnos porque saben de lo que somos capaces o cuan caro les puede salir.

Después de cruzar algunas calles a pie, se empiezan a ver varios casinos más llamativos y de clase alta, las luces resplandecen por fuera, pero no se ven muy llenos por lo difícil que es llegar a alguno de ellos, ya que se encuentran en zonas las cuales gente rica decente ni loca se atrevería a pasar.

Chuck nos espera en la puerta de un casino fumándose un cigarro que suelta en cuanto ve al hombre parado al lado mío.

- Jefe –Saluda-. Adentro, lo espera el encargo.

- Bien hecho –dice Theo, quien le da un apretón en el hombro cuando pasa por su lado adentrándose en el casino.

- Señora Ferrari Meyer –hace una reverencia posando su vista en mí.

- Chuck –le devuelvo el saludo.

Una vez entramos la puerta se cierra a nuestras espaldas y Chuck entra, el lugar está casi vacío, solo están unas pocas personas que son las de confianza para Theo, quien pasa directamente al hombre desnudo y amordazado en la silla.

- Habla, dinos lo que sabes.

- Jamás, él me matara si hablo. Pueden hacer lo que quieran conmigo –escupe.

Chuck sonríe acercándose, se le sienta en las piernas mientras le toma el mentón divertido por la situación, le peina el cabello hacia atrás y dice.

- Aquí nadie te va a matar Andrew –lo corrige-, aquí vas a sufrir toda la maldita noche si es posible, así que te aconsejo que hables de una buena vez, si no quieres que esta belleza a aquí parada –me señala-. Juegue contigo.

- Sinceramente prefiero a la perra –dice el hombre, quien claramente no tiene ni idea de quién soy-, no se ve tan mala –sonrió hacia su dirección mientras me acerco.

- ¿Me la vas a chupar? –cerdo asqueroso.

- Amigo te acabas de meter en algo grande tu solito, ¿Estás seguro? –le pregunta Chuck.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora