Prólogo

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Hera.

1998.

Emprendo huida mientras un loco que conozco muy bien viene tranquilo y sin prisas detrás de mí, silbando esa estúpida melodía que me hace erizar a menos de nada. Me dejó herir a los cinco guardias que me querían apresar para él, pero nunca me he dejado mandar por nadie, ni siquiera de mis padres.

Él bebé que cargo en los brazos no me arroja buenos resultados en mi momento de partida. Es mi hija y no la dejaré a cargo de un hijo de puta que me hizo la vida imposible.

Me había enamorado de él, siendo un psicópata, obvio esos amores que nunca duran, debido a que tengo un carácter bastante fuerte, y me gusta hacer lo que me venga en gana, él por otra parte no le gusta que le vean las bolas, así son los Ferrari.

- ¡Hera! –grita mi nombre- ¡Ven dolcezza, no voy a hacerte daño! -suelta una carcajada que se escucha en todo el lugar. «dulzura»

Corro, y corro sin encontrar salida. Esta mansión es como un maldito laberinto.

Veo todo perdido. La vista se me quiere nublar, luego a lo lejos logro visualizar una sombra, al instante que se acerca maldigo, y maldigo tan fuerte que se voltea.

Es mi ex suegro, actualmente General, líder de la mafia Italiana.

Me siento estúpida al creer que iba a salir de esta casa de maniáticos El corazón se me hincha y el pecho se me comprime dejando escapar unas cuantas lágrimas, dándome cuenta de que esta será la última vez que veré a mi hija, beso su frente diciéndole lo hermosa que es, y toco sus manitas.

Suena mal lo que diré, pero anhelo que alguien mate al demonio que tiene como padre, como quisiera estar ahí cuando lo logren, ver cómo le vuela los sesos con un rifle o le corten el cuello haciendo que se desangre. Me despejo de las mil maneras de verlo morir debido a que no quiero un cuadro psicópata en este momento, sin embargo, me gustaría clavarle las uñas en el cuello, y arrancarle la cabeza.

Él ha hecho mucho daño.

Él es un peligro para la sociedad, al igual que yo ahora, por ello no temo a morir, solo quiero que la bebé que cargo viva una vida digna, teniendo todo lo que desee, donde pueda ser feliz y nadie destruya su vida como lo hicieron con la mía.

- Ti ho trovata piccola puttana -susurra el italiano, acercándose a mí-. Es mejor que vengas conmigo antes de que te mate delante de nuestra hija. « Te encontré, perra »

- Mio caro amore -lo empujo con los pies, dándole en un punto exacto que le hace perder el equilibrio, y caer al piso-. !Oh!, ¿Qué hace el próximo gran general en el suelo? – pregunto con sarcasmo, viéndolo desde arriba. «Mi querido amor»

Mi felicidad dura poco ya que me quitan a mi hija de un tirón, y dos tiros en la pierna derecha me mandan al suelo, hay algo que el General odia más que a todo en este mundo, y eso es el hecho de que se metan con su hijo. Es lo peor que le puedan hacer.

El dolor constante en mi pierna, junto con la sangre que no para de salir de ella me hacen querer cerrar los ojos y así poder sumirme en un sueño del cual no creo despertar.

Miro por última vez el rostro del que sentí alguna vez que era el amor de mi vida. Me siento débil, vulnerable, algo que nunca en mi vida había sentido.

- Ci vediamo all'inferno amore mio -y sin decir nada más se va, dándome la espalda. «Nos vemos en el infierno, mi amor»

Siempre viviré en ti, maldito.

A lo lejos alcanzo a escuchar el llanto de mi bebe, y gritos, sin embargo, no puedo moverme.

- ¡Esos hijos de puta se llevaron a la niña! -grita el General en su idioma natal con amargura en su tono-. ¡De esta nadie sale vivo!

Trato de pararme, pero el intento queda a medias, sumergiéndome en ese sueño profundo.

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Genérale: Máxima autoridad, y líder de los clanes en la mafia italiana con alianzas.

Capitano: Segundo en el régimen, mano derecha del General. Se encargan de los negocios asignados por su cabecilla.

Guardia: Se encargan de la protección y cuidado de la familia, poniendo en práctica sus habilidades de vigilancia y defensa dando la vida por sus amos.

Conducente: Chofer.

Servo: Sirviente.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora