Capítulo 33

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Me obligó.

Bajo de la motocicleta con Drake en la cabeza durante todo el camino de regreso, sus palabras me dan vueltas en la cabeza, una punzada se acentúa en mi pecho al recordar lo que me decía y aprieto las manos formando puños.

Tengo que alejarme de él, no me gusta sentirme así.

Estar junto a el implica que tengamos sexo a menudo, quedarme después a dormir con él, besarnos, abrazarnos y que su cercanía me haga dar sensaciones que no quiero, su presencia es un peligro para mí, me hace sentir una amenaza constantemente cuando me encuentro con él.

Todo lo que lo componen hace que sea un arma de doble filo, por la que no estoy dispuesta a ver si me corta o no, tampoco quiero probar o intentarlo.

Por el momento tomaré un tiempo de distancia y trataré de olvidarlo, sacarlo de mi mente y seguir concentrada en mis objetivos.

No me puedo permitir que sigamos aparentando ser dos personas que buscan sexo casual, cuando no somos dos personas normales. Él es un agente y yo una criminal, así será siempre y no lo podemos cambiar.

Para cuando entró a la Dimora todas las luces están apagadas, el salón principal se encuentro en absoluto silencio, en la única ventana abierta que se filtra el aire de afuera que mueve la cortina se filtra la única luz que ilumina. Antes de subir inhalo fuertemente y exhalo subiendo las escaleras lo más rápido que puedo con la esperanza de no encontrar a Alec en mi alcoba para reclamarme.

Pero al abrir la puerta me encuentro con una escena totalmente diferente.

- Pasa y cierra la puerta –dice dándome de espalda, puesto frente al fuego-. Sin hacer ruido.

Cassian está sentado frente a mi chimenea, que supongo él mismo debió de haber encendido mientras mantiene en la mano un vaso de whisky como si fuera el dueño del lugar. No tiene la misma mirada de antes, su mirada cambió tanto como su manera de comportarse delante de mí. Creo saber por dónde viene esto, su manera de comportarse es demasiado expresiva para mi gusto.

Él sabe.

- Hasta que por fin decidiste mostrar tu verdadero rostro, diría que me tomaste por sorpresa, pero no es el caso –avanzo hacia el-. Te voy a dar dos segundos para que levantes tu culo de mi sillón y te largues de mi habitación.

- No estás en posición de dar órdenes.

- ¿Esto es un chiste? ¿O algún tipo de broma?

- Ni la una, ni la otra –mueve la cabeza riendo.

Frunzo el ceño.

- No me parece ni mínimamente graciosa esta situación, y tu atrevimiento al venir tratando de  adueñarte de mí espacio.

- Yo te diré lo siguiente –se sirve más whisky en cuanto sigue hablando-. Esto es una visita de mi parte, una muy generosa visita porque podría irme relajadamente sin decirte nada.

- Estoy en mi habitación, además de que estoy en mi propiedad –señalo lo obvio-. Y si te olvida, yo soy tu jefa y tú un simple sirviente que me tiene que rendir cuentas porque trabajas para mí –me inclino hacia él. Toma lo que te estoy ofreciendo y desaparece.

- No iré a ningún lado –levanta las piernas poniéndolas en la mesita del centro- . Estoy muy agusto aquí.

Esa palabra.

- Agradece que cierta persona te quiera en su vida porque sino fuera de ese modo, hace rato me hubiera deshecho de ti.

Mis palabras parecen no afectar mientras sigue sentado tranquilo, y se da el gusto de seguir bebiendo para luego mirarme. Lleva una camisa sencilla con unos vaqueros que están sucios de lodo en la punta, solo son unas pequeñas manchas que pasarían desapercibidas, pero no me pierdo ningún detalle.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora