Capítulo 35

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Amenazas.

- ¿Por qué sonríes?

- Oh –fijo mí vista en Theo -. No es nada.

Miro de nuevo hacia el dispositivo con una expresión neutra en el rostro.

¿Nos vemos esta noche?

Ahí estaré, muñequito.

Te espero, loca.

Una vez más me quiere robar una sonrisa, pero la reprimo cuando noto que Theo me sigue observando de reojo.

- Como que hoy andas muy feliz  –apoya los codos sobre la mesa.

- Ando igual que siempre –carraspeo recuperando mi sensatez-. Hay que seguir trabajando.

- ¿De qué se trata? –Pregunta con curiosidad-. ¿Un nuevo negocio? ¿Buenas noticias acerca de algún trato?

- No es nada de eso –sigo hojeando los papeles en mis manos, mientras estampo mi firma.

- Si no estuvieras casada, pensaría que se trata de algún hombre...

Abre los ojos, dejando los papeles dramáticamente a un lado.

- ¿Estas teniendo algún romance prohibido? ¿Es mi momento de cantar Selena Quintanilla?

- ¿Quién?

- Nico escucha sus canciones, dice que prácticamente fueron su infancia porque su mamá se las ponía de niño, al igual que un tal Chayanne o Channel, no sé, algo así –se rasca la cabeza confundido.

- No estoy teniendo ningún romance prohibido, como puedes ver me encuentro casada –aclaro, mostrándole mi anillo.

- Cuando fuiste a los Ángeles no lo traías puesto...

- Era para que Nicolás no sospechara.

Saco lo primero que se me viene a la mente.

- Iba a preguntar si estaba casada, ¿y que le íbamos a responder? –Levanto una ceja-. Yo diría claro, y él me hubiese dicho, ¿Cuándo lo puedo conocer o porque no lo trajiste?, y yo le hubiese explicado que no se va a poder porque estoy casada con el Capitán del hombre más buscado por el FBI y que también soy una criminal a la que la persiguen los agentes.

- Creo que lo he pillado...

- Ya que casualmente soy la hija de aquel criminal y ¿sabes qué más?, tu esposo tiene una doble vida donde mata gente, al igual que yo, ¿Una completa locura, cierto? ¿Qué dices? ¿Jalas a ser parte de nuestra vida?

- Lo entendí, pero pienso que esa es una conclusión muy extrema.

- Solo veo la realidad de la situación –paso las páginas del contrato-. Comprendo tus razones por no decirle a Nicolás, todo bien. Si él es importante en tu vida y lo quieres mantener fuera de esto lo acepto.

Se queda callado, pensando.

- ¿Estás enferma?

- No.

- ¿Te pegaste con alguna puerta ayer en el bar o tal vez te caíste de cabeza?

Sacudo la cabeza.

- Ninguna de las opciones.

- Me está asustando esta nueva San gurú Iris de la paz.

- Soy la misma de siempre, no me han cambiado con ningún gurú ni me han pasado esas cosas que mencionaste.

- Entonces, de verdad que te está pegando fuerte la misa. Me opongo a ir una vez por semana.

Me entrecierra los ojos

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora