Capítulo 18

301 57 5
                                    

Huida.

Drake Lam.

3 semanas después.

Estoy sentado en mi cama, mi pecho sube y baja debido a la agitación del fogoso sueño que acabe de tener, malditos sueños que se mezclan con los recuerdos de las veces que lo hicimos, no me dejan dormir en paz.

Mi polla va a reventar, mierda.

Viendo las opciones para terminar con esto, me veo sometido a calmar las cosas ahí abajo, meto la mano en mi pantalón, pero toques en la puerta dejan la acción a medias.

- ¡Ábreme! –Fernando grita desde el otro lado de la puerta.

- ¡Estoy dormido! –grito de vuelta.

- Nadie te compra esa excusa barata, abre la maldita puerta que tengo que hablar de la central.

- No jodas.

- No hablo más, Drake –me advierte.

Me importa una reverenda mierda lo que vaya hacer, pero ya se me quitaron las ganas de lo que iba a hacer por lo que me pongo de pie para darme un ducha de agua fría, con el puto mal humor que cargo me siento como un maldito adolecente.

Me paro en seco cuando la puerta de la habitación se abre frente a mis ojos, con Fernando desde el otro lado.

- No digas que no te lo advertí, tengo llaves de toda la puta mansión –sacude las llaves en sus dedos.

- Ya me di cuenta, gracias por informarme.

- Baja a desayunar, y deja las pajas a un lado.

- Me hubiese ido a dormir a mi departamento –le digo molesto.

- Estabas tan borracho que no te podías ni parar, ni siquiera sé cómo fue que pudiste llegar aquí sin matarte. Eres un adulto, compórtate como tal.

- No es problema tuyo lo que hago después de trabajar, lo único que te debe importar a ti, es que te rinda como agente, de resto yo veré si me hago mierda o no.

- ¿Crees que esa actitud de niño malcriado te va a llevar a algún lado?, y así quieres ser jefe de la central –bufa-. Como vas no vas a llegar a ningún lado, tienes que centrarte. Drake, esto no es juego, en unos meses tendrás dos centrales a tu cargo.

Me echa el sermón de siempre con eso de la responsabilidad.

- Tampoco me estás rindiendo, ese es el problema. Llevamos tres operativos en contra de los Ferrari y no hemos podido apresar a ningún, y cuando por fin atrapamos a uno, se escapa. No estás demostrando el agente que puedes llegar a ser, no estás sacando tu máximo potencial teniendo este tipo de fallas.

- Atraparé a cada uno de esos malparidos.

- No es cuestión de que lo digas, demuéstralo –me da un vistazo-. Vístete, y hazte ver eso, o consíguete una mujer –le doy una mala mirada en lo que le cierro la puerta en la cara.

Me meto en la ducha, poniendo la temperatura en lo más bajo esperando que la erección baje, he tratado de satisfacerme con mujeres exuberantes, menudas, boricuas, pero ninguna me basta o me satisface completamente.

Quiero más, no precisamente de ellas, lo quiero de esa con cara de Ángel y ojos plateados, aunque en realidad sea un verdadero demonio, un muy sexy demonio, que exuda lujuria y atrae morbo con la sensualidad que denota.

A leguas se nota que sabe lo que hace, tiene experiencia, y no se priva de las limitaciones, conoce muy bien donde tocar y donde no, ubica los lugares exactos que dan placer en cantidades exageradas, lo confirme cuando me monto en la celda, cuando se movía sobre mi polla jadeando.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora