Capítulo 22

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Ojos sobre mí.

Salir de ese sitio fue un total dolor de cabeza, para cuando había salido del baño el lugar estaba infestado de agentes evacuando a la gente, afortunadamente con ayuda de los hombres de Theo y los míos pudimos salir por una puerta trasera olvidada sin hacer mucho drama.

Ahora nos encontramos de regreso a la mansión anticuada de Theo.

- Bien, objetivo cumplido –me dice Theo-. Buen trabajo -hace un puño con la mano en mi dirección.

- Buen trabajo -choco su puño- ¡Celebremos! –levanta una botella de Jack, que saca de su colección en el auto.

Una hora más cinco botellas y un hígado en la mierda después, andamos en Narnia.

- ¿Sabes? - Theo comienza a preguntar mientras arrastra la lengua para hablar.

- ¿El qué? –quiero vomitar, por eso no bebo tan seguido... bueno a veces sí.

- No entiendo cómo es que el FBI te está ayudando –pregunta con curiosidad, dibujando círculos en el aire.

- Es simple, no lo está haciendo –respondo con sinceridad.

- Es raro.

- ¿Porque?

- Primero te siguen hasta a un acantilado, luego en la reunión, pero resulta que el agente con el que te ibas a ver en el baño para darle las carpetas te deja libre como si nada, sin pelear –arma sus hipótesis con los dedos-. Si tanto se esfuerzan en seguirte, porque te dejan escapar sin mucha importancia.

- Si, es muy raro –me estoy mareando.

El auto se mueve demasiado.

- Saliste intacta del lugar -achica los ojos con desconfianza.

- ¿Por qué me miras así?

- Me estás ocultando algo –acusa.

- No, no lo hago –respondo con simpleza.

- Si, si lo haces -me contradice.

- Yo no lo creo.

- Pues yo creo que sí.

- Mmm -si cree que le voy a decir, algo esta muy equivocado.

Aunque Theo y yo tengamos cierta confianza, no es como si le pudiera contar todo. Si crecimos juntos, pero él tiene sus secretos y yo tengo los míos.

- Mmm –me imita-. Te voy a creer, aunque pienso que mientes, por lo que eres una mentirosa.

- No soy.

- Si eres.

- Cree lo que quieras.

Si digo una palabra más vómito, esta conversación ya no me está gustando.

- Esta bien, no me digas -dice con calma-, tarde o temprano me terminare enterando, hisopo.

- ¿Y ese milagro? -me sorprende que no me quiera sacar una verdad a rastras como siempre intenta.

- ¿Cuál? ¿Mi belleza? -me pregunta con su típica actitud de me creo lo mejor que existe-, pos es natural, de herencia supongo.

- No ese -chasqueó la lengua en negación.

- ¿Cuál más va a ser?, si es lo único que tengo. Ser bello naturalmente, es una bendición.

- Este otro -respondo haciéndole ver que no es eso-, el que no refutes por una respuesta como siempre haces.

- Estoy muy cansado como para sacarte la verdad- se recuesta en mi hombro-. Sin embargo hoy he aprendido el don de la paciencia, deberías practicarla, es muy práctica.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora