Capítulo 7

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Juguemos al ahorcado.

Llegamos temprano de la cita, a más tardar eran las cuatro de la tarde, y ya había convencido a Alec de tener acción, estaba dispuesto, pero no contaba con la astucia de otra persona en cuanto íbamos a poner un pie en la casa.

Cassian se adelantó en abrirnos la puerta de la Dimora como don pedro por su casa diciendo que necesitaba su ayuda con unos tratos que solo podían ser manejados por él.

Apenas lo vea tendremos una pequeña charla porque estoy segura que él se podía encargar, así como se hace cargo de otros asuntos, los cuales involucran a Alec.

Codicia.

Por ahí no es Cassian.

Cuidado o podrías salir quemado en vez de beneficiado.

Después de eso Alec me cargó en su espalda hasta mi habitación y me bajo en la cama despidiéndose con un beso para seguir sus asuntos junto a su mano derecha.

Dijo que si podía una hora antes de la misa vendría a hacerme compañía pero nunca apareció, solo nos vimos afuera de la iglesia.

- ¿Mucho trabajo?

- Demasiado, hay negocios por montón. El general está trabajando con la comunidad y yo tengo que hacerme cargo de los de la ciudad, estoy exhausto -se pasa una mano por la cara-. Por suerte tengo a Cassian, el aporta bastante con las cobranzas.

¿Qué haríamos sin Cassian?

Volteo mentalmente los ojos.

- Yo me ofrecería ayudarte, pero con lo de los negocios, las peleas y el entrenamiento. Porco tampoco me da descanso.

La tiranía es su fuerte.

- Tranquila, yo sé que estás ocupada -dice con comprensión-, pero pensemos en que todo este esfuerzo vale la pena. Pronto tomaremos unas vacaciones.

- Muévanse - nos ordena mi padre pasándonos por un lado con Morgana.

Mi padre siempre tiene que entrar antes que nosotros por lo que le seguimos el paso desde atrás.

- Disculpen la tardanza tenía una llamada importante -mi abuelo se coloca a los lados de Porco.

Los murmurios se escuchan desde afuera, siempre venimos un día a la semana, y es el día que la iglesia se llena por completo, ya que nos consideran como algo sagrado. Una familia que trae buena fortuna a la comunidad.

- Todos arrodíllense ante su presencia -pide el padre comenzando la misa-, demos un momento de silencio a los que traen prosperidad y abundancia a nuestra querida comunidad.

Tomamos asiento en la primera fila mientras todos siguen de rodillas y con la cabeza gacha, dejando el lugar en completo silencio, momento que acaba cuando el padre se persigna y vuelve abrir los ojos.

- Esta noche la misa es dedicada a usted, nuestra guía, nuestro líder -anuncia el padre refiriéndose a mi padre-. Demos un aplauso a nuestro alcalde, el General Porco Ferrari.

La iglesia estalla en aplausos y agradecimientos a mi padre, quien se pone de pie y saluda a su pueblo, luego vuelve a tomar asiento, y el padre continúa.

- Y por supuesto también para nuestro anterior alcalde, el ex General Alan Ferrari, que ha tenido la honra de acompañarnos esta noche -la gente vuelve a repetir la acción anterior que hicieron con mi padre.

Cuando acaba el alboroto, el padre se pone una mano en el corazón y comienza la misa.

- Dios nos creó, Jesús nos salvó, y usted ha venido a esta tierra como nuestro Ángel por lo que estamos gratamente agradecidos.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora