Capítulo 9

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Hablando con la Luna.

Todos estamos sentados escuchando a mi padre, más bien nos está insultando en la cara.

Súper divertido.

Los regaños se detienen cuando mi abuelo viene con galletas y leche, trae una sonrisa en la cara de se los dije, mientras la furia de Porco aumenta a niveles astronómicos.

Me levanto para tomar una, se ven buenas, tienen pintitas café.

- Iris, vuelve a sentarte -Porco le quita el seguro a su arma dando tiros al techo, tratando de que vuelva a mi asiento, me siento de mala gana.

Alan nota mi cara, y me ofrece las galletas junto con el vaso de leche, como una.

- Quiero la receta -le digo a mi abuelo-. Están buenísimas.

- Tienen una taza de azúcar, diez cucharadas de harina, dos huevos, chipas de chocolate y un toque especial de esencia de vainilla.

Enlista y anoto en mi mente.

- La vainilla es opcional, lo vi en un tutorial de internet. Es una plataforma muy útil hasta te enseñan cómo abrir un auto paso a paso, el otro día vi cómo... -la suela de un zapato contra el piso lo distrae-. Porco ese sonido con el pie, me está molestando.

Miro a mi padre, quien está a punto de explotar, pero se contiene.

- ¿Seguro que no quieres una?, tienen pintitas de chocolate -mira a Alan.

- No, gracias, así estoy conforme -dice entre dientes. Alan asiente complacido.

Algo le hizo mi abuelo, estoy segura.

- Padre, lamento decirte que tu tiempo pasó. Es mi turno -hablo en voz alta levantándome del mueble, con un profundo dolor en mi alma, dejo mi comida con Alan.

- Volveré –le susurro a la galleta.

Adiós deliciosa masa horneada.

- El próximo enfrentamiento me toca a mí, gracias padre por tu maravillosa jugada que los llevó a la victoria -me acribilla con los ojos-. Toma asiento, por favor.

- Mejor es que tengas algo bueno en mente -guarda el arma, y se sienta como los demás.

- No lo tengo aún -lo corrijo-. Las cosas para que salgan bien debes hacerlas tú mismo, por eso tu plan no funcionó.

- ¿Y cómo piensas hacerlo? -se burla de mí.

- Excelente pregunta -le digo-. Bombón, tráemelo.

Uno de mis guardias favoritos se acerca con la carta en las manos, apenas la recibo, y él ya está en el suelo con el tiro que le dieron.

- ¡Alec! -me mira molesto «no estoy para pataletas».

No está de humor.

- ¡Eso, eso mismo debiste hacer cuando te tenían retenido, pero en cambio no serviste para nada, y así te haces llamar Capitán! -le acusa mi padre volviendo a lo mismo de una hora atrás, va a responder, pero interrumpo.

- Suficiente -rasgo el sobre, una sonrisa aparece en mis labios cuando leo el interior.

Viejo amigo.

- ¡Deja de reírte como retrasada y habla!-espeta mi padre molesto.

- Por ahora, no tengo más que decir, les avisaré cuando sea nuestro próximo enfrentamiento -termino con la reunión pasando a lo bueno.

No llegue con las manos vacías.

- ¿Es enserio? -dice mi padre-. Espero que sea una puta broma.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora