Capítulo 24

268 56 2
                                    

Un error, tras otro.

Iris Ferrari.

¿Qué es lo que estoy haciendo con mi vida?

Es lo primero que pregunta mi cerebro al estar rodeada y acurrucada en el brazo de Drake.

La primera vez que lo vi jamás se me hubiera cruzado por la mente una escena como esta, ¿a esto le llaman sexo casual?, no, claro que no, luego de tenerlo, te vas y corres a comprar cigarrillos para no volver.

Sin embargo cometí el error de quedarme. Cuando se tiene sexo casual no se terminan abrazando, ni mucho menos durmiendo juntos en la misma cama, estos momentos no se tienen con alguien casual.

En los últimos años he tenido problemas con que me toquen, no me gusta, no sé lo que me pase, pero odio que me toque, no lo soporto.

Si sabes el porqué, Iris.

Pero con Drake no me siento incómoda, ni con ganas de querer quitarlo de encima, su calor se siente reconfortante alrededor de mí, es como si estuviera hecho perfectamente a mi cuerpo, esto no está bien, para nada, no me tengo que sentir así por alguien a quien odio.

Trato de incorporarme cuando siento que mi vejiga va a explotar, logro sentarme quitándome su brazo de encima, pero gruñe y vuelve a jalarme a su lado.

- Quédate ahí –me vuelve a gruñir. ¿Y este atrevido?

Es demasiado caprichoso.

- No, quiero ir al baño –le refuto volviéndome a quitar el brazo de encima, pero lo vuelve a poner.

- Y yo quiero dormir –vuelve a gruñir y yo no sé si se cree perro –. Sígueme admirando como lo estabas haciendo.

- Yo no te estaba mirando –le vuelvo a quitar el brazo.

En realidad si lo miraba, pero a donde quería que mirara si lo tengo en toda mi visión y está sin sábana.

- Ajá sí, te creo –él lo vuelve a poner y le añade su pierna.

Su cara está a centímetros de la mía, ya que la tiene encima de mi pecho. Sus pestañas son bonitas.

- ¡Oye quítate de una vez! –le grito frustrada.

- Estoy cómodo –se acomoda aún más en mi cuerpo.

- ¡Que te quites! –le vuelvo a gritar.

- Quítame –me dice con los ojos cerrados.

- Eres demasiado pesado –hago un esfuerzo por empujarlo, pero es en vano, restándole que mis ganas de orinar me quitan fuerzas.

- Eres una debilucha y aun así participas en las peleas ilegales –medió sonríe y eso me enfurece, por lo que le muerdo un cachete y se mueve solo.

- Te moví –le digo enfadada mientras se queja a mi lado.

- Eso fue una trampa, y no sé qué tienes con mi cara –se gira a encarame y veo que la marca de nuestro primer encuentro, ya casi desaparece. Sus ojos me miran mal y yo le devuelvo la miraba.

- Ya vuelvo.

- Haz lo que quieras –me dice pero hace lo contrario volviéndome a aprisionar con sus brazos, poniéndome encima de su pecho, muy cerca de su cara.

- Ah esto no se le llama haz lo que quieras.

- Dije que lo hicieras, no que yo te iba a dejar. Puedes hacer lo que quieras aquí.

- ¿Quieres que te orine encima? –le pregunto porque eso fue lo que dio a entender.

- No.

El bulto en su entrepierna que había ignorado, se hace notar y sonrió con suficiencia.

Tentando al Diablo © +18 | Libro #1 | Genes PerversosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora