Capítulo 39

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Dedicado a las personas de España, Colombia, Chile, México, Venezuela y Argentina (mi hermoso país). Y en especial a SMILEWHILEYOUCAN01 que me enseñó esta hermosa canción (Hotel Ceiling - Rixton)

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Mi teléfono vibraba sin parar en la pequeña mesita que estaba al lado de la cama de Will provocando que me despertara.

En cuanto abrí los ojos sentí mi cabeza latir con fuerza y recordé lo que había pasado ese día. Hubiera deseado que solo fuera una horrible pesadilla, pero los recuerdos eran bastante claros como para serlo. Lo único que no lograba recordar era cómo había llegado a la habitación de Will.

Tomé con algo de irritación mi teléfono y respondí la llamada sin siquiera mirar el nombre que estaba en pantalla. Quien fuera estaba siendo inoportuno y su insistencia no me agradaba para nada.

-¿Qué quieres? -mi voz sonaba ronca y apagada al mismo tiempo.

-Annie, ¿te encuentras bien? -Jennifer sonaba bastante preocupada.

Oh, rayos. Había olvidado llamar a mi hermana y, seguramente, se había preocupado más de lo que debía, adicionando que ahora me escuchaba de esa manera... quizá no había tenido la mejor relación con ella en los últimos años, pero aun así me sentía mal por preocuparla de tal manera. Ella tenía una boda a la cual asistir en unos días y yo le añadía inquietudes que no hacían más que subir su, seguramente excedido, nivel de estrés.

-Sí, me acabas de despertar -intenté bromear para despreocuparla. Ella soltó un pesado suspiro como si en él se fuera la intranquilidad que había tenido por mi culpa.

-Oh, gracias al cielo que estás bien, Annie. Pensé que te había sucedido algo. ¿Dónde estás? He llamado a...-se detuvo pero sabía que se refería a Georgia-. No estás en casa -afirmó.

-En este momento estoy en casa de Will, y estoy bien. -Antes de que dijera algo decidí añadir-: me estoy quedando en un hotel cerca del Parque Griffith.

-¿Un hotel? ¿Al que siempre van nuestros primos?

-Sí, al mismo -confirmé mientras me sentaba en la cama.

-¿Cómo estás pagando...?

-La tarjeta de crédito que me dio Georgia -la interrumpí-. ¿Cómo van las cosas de la boda?

-Todo está yendo tal y como lo planeamos -su voz no sonaba tan emocionada como lo esperaba y me sentí demasiado mal por eso. Literalmente había arruinado su boda, no provocando algún tipo de siniestro físico sino una incomodidad emocional.

-Jennifer, el mejor día de tu vida es el próximo domingo. No te preocupes por mí. Estoy bien, en serio.

-Eres mi pequeña hermana, por supuesto que me preocupo. Siempre lo hice.

-Bueno, esta vez te pido que no lo hagas. Cuando te pregunté sobre tu boda esperaba aplausos de emoción y que me dijeras cuán ansiosa y feliz estabas, no esa fría respuesta. Me siento terrible por haber causado todo esto.

-No es mi intención que te sientas así tampoco -su voz se había quebrado.

-Hagámonos un favor a nosotras mismas y olvidemos lo de Georgia y Ben. Estaremos mejor de esa manera.

Estaba completamente segura de que ninguna de las dos podría olvidar tal cosa, pero aun así sentí que debía decirlo. De una manera u otra teníamos que superarlo y seguir con nuestras vidas con normalidad. Jennifer estaba a punto de casarse y prácticamente nada había cambiado en su vida, solo su hermana se convirtió en media-hermana lo cual era básicamente lo mismo. De mi parte... bueno, mi vida había dado un giro de trescientos sesenta grados pero aun así la diferencia no era abismal. Mi padre no era mi padre, sino un total desconocido pero gracias al poco contacto que había tenido con Ben a lo largo de mi vida, no me sentía tan mal por ello como sí me sucedía con la desagradable manera de actuar de Georgia.

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