Capítulo 45

101K 4.8K 1.1K
                                    

Capítulo dedicado al comentario que me haga reír (siempre hay uno, gracias).


Cuando me desperté los brazos de Will aún rodeaban mi cuerpo manteniéndome cerca de él. Parecía que no nos hubiéramos movido ni un solo milímetro en toda la noche.

Había pensado que todo mi cuerpo iba a doler luego de lo ocurrido la noche anterior, sin embargo, eso no sucedió. Al contrario, me sentía realmente bien y feliz de despertar en los brazos de mi novio.

—Buenos días —murmuré plantando un beso en su pecho al notar que ya estaba despierto.

—Buenos días —plantó un beso en mi cabello.

Me alejé un poco de su cuerpo para poder levantar mi rostro y poder observar sus perfectos ojos celestes.

—¿Qué? —preguntó frunciendo el ceño.

—Podría despertar así el por el resto de mi vida.

—Oh, niña cursi —se rió y continuó—: eso sería el cielo para mí.

Solté un suspiro. ¿Acaso aún estaba soñando? Porque no recordaba que mi vida fuera así de agradable. Nunca.

Will me besó en los labios y comenzó a acariciar mi espalda con la yema de sus dedos.

—Jennifer ha llamado hace unas horas —comentó—. Quería asegurarse de que su dama de honor no faltará a la boda.

Maldición. Maldición. Maldición.

Había olvidado por completo que la boda de Jennifer. Ni siquiera tenía el vestido, lo había dejado en casa de mi... en casa de Georgia. También había dejado el discurso ahí. Debía encontrar la manera de buscar mis cosas, pero realmente no quería ir a esa casa. El simple hecho de saber que debería ver a la persona que más me hizo sufrir en mi vida el día de la boda ya era suficiente para mí. Pero de cualquier manera, no podía fallarle a Jennifer. Me di cuenta de que la quería más de lo que jamás hubiera imaginado y no podía dejar que el día más importante de su vida se viera arruinado por mi culpa. Ella confiaba en mí, y no la decepcionaría.

—Esto apesta —dije mientras quitaba el brazo de Will para poder sentarme en la cama.

—No creo que ser una dama de honor sea tan malo —difirió sentándose a mi lado.

—No, no es eso —sentí una gran pena al pensar lo que estaba por decir—. No quiero volver a casa.

—Anna, no debes hacerlo si no quieres, saber que puedes quedarte conmigo el tiempo que necesites —pasó un mechón de cabello tras mi oreja—, no importa si eso es para siempre.

Las palabras de Will disminuyeron un poco el gran dolor que sentía en mi pecho por no querer volver a mi propia casa. Era difícil sonreír cuando mi mente no dejaba de pensar en el desagradable encuentro que tendría con mi madre, pero aun así hice mi mejor esfuerzo y le di una sonrisa a Will.

—Aprecio eso, Will, y no sabes cuánto, pero no es eso exactamente a lo que me refería. Tengo que volver a casa a recoger el vestido que usaré mañana y el discurso que preparé para Jennifer y Matthew —solté un suspiro y sentí las lágrimas agolparse en mis ojos—. Ya puedo imaginarme a Georgia echándome en cara cuanto pueda. No podré soportar que diga algo sobre ti, o sobre nosotros. Y lo hará, no me caben dudas.

A pesar de que intenté no llorar no pude evitar que algunas lágrimas se escaparan de mis ojos. Toda mi vida había intentado tener una buena relación con mi madre pero jamás pude hacerlo. Se supone que los padres apoyan a sus hijos, pero yo jamás tuve el placer de experimentar aquello que parecía ser tan hermoso. Durante toda mi vida había creído que yo era quien cometía errores y por eso ella no me quería, pero últimamente no sabía si era mi culpa o si ella jamás se iba a conformar con algo de lo que yo hiciera.

SCARS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora