«En mi mente cuando ella no está ahí a mi lado me vuelvo loco porque aquí no es donde quiero estar.»
R U Mine? – Arctic Monkeys.
Will se fue poco después del mal momento que había tenido con Jennifer.
Me contuvo como si todas las palabras hubieran estado dirigidas hacia mí, pero en realidad no fue así, las palabras fueron para él y yo me sentía pésima por haberle hecho escuchar semejante barbaridad, sin importar si era verdad o no.
Will no era una mala persona, me lo había demostrado al tenerme entre sus brazos por un largo rato mientras yo trataba de ser firme y no llorar. Tuve que hacer un gran esfuerzo por que las lágrimas no se escaparan, pero no eran de tristeza, eran de enojo. Estaba cansada de que todos vieran a Will como un monstruo. Sí, quizá en algunos momentos era frío, calculador y no era el chico más tierno del mundo, pero si las personas se tomaran el tiempo de conocerlo, se darían cuenta de cuán buena persona era. Así era Will, así era como me gustaba, no quería que cambiara por nada en el mundo.
Detestaba a Jennifer por haber arruinado el momento que estaba teniendo con Will y haberlo convertido en un momento tenso, aunque Will aseguraba una y otra vez que no le importaba y que le pareció gracioso el momento en que nos quitamos la ropa.
Sabía que a Will no le interesaba realmente lo que dijera Jennifer o cualquier otra persona sobre él, pero sentía su cuerpo tenso y su sonrisa no era auténtica. Había algo que lo había puesto así, pero no fui capaz de preguntarle.
Solo me besó una vez después de todo lo sucedido, y fue un beso fugaz, sin esa pasión con la que siempre lo hacía... fue entonces cuando confirmé algo no iba bien.
Ni bien Will cruzó la ventana, comencé a extrañar su presencia, su cercanía y por sobre todas las cosas el roce de sus labios con los míos. Quería estar con Will las veinticuatro horas del día los siete días de la semana. Nunca había deseado a alguien como me sucedía con él, y eso me aterrorizaba.
Tomé mi bolso y puse el proyecto de historia dentro. Debía estudiar para la lección que tendría al día siguiente y no iba a pasar el resto de la tarde en casa. No quería ver a Jennifer y mucho menos tener que soportar a mi madre, ya que seguramente mi hermana le contaría sobre Will y provocando que ella se pusiera como loca, al igual que la vez que lo vio.
Agradecía no haberme cruzado con Jennifer durante el trayecto a la salida porque habría sido capaz de decirle todas las blasfemias que pasaran por mi cabeza si volvía a decir algo sobre Will.
Decidí caminar a un café que quedaba a dos calles de donde vivía. Era silencioso y acogedor así que me ayudaría a concentrarme al momento de estudiar.
Mi cabello seguía mojado cuando salí de la casa, pero en tan solo dos minutos se secó por la alta temperatura de aquél día que, como todos los demás, era insoportable.
Pedí un refresco a base de café y me senté en una mesa que estaba alejada de la entrada, así no me distraería cada vez que la gente entrara o saliera del lugar. Debía admitir que me distraía muy fácilmente.
Entre sorbo y sorbo llegué a estudiar la mitad del proyecto antes de las cinco, iba a un buen ritmo así que decidí tomarme un descanso mientras bebía otra bebida.
No había llevado mi teléfono para no distraerme —era de esas personas que acostumbraba a mirarlo a cada minuto cuando me aburría—, así que no tenía nada que hacer. Simplemente descansé mi espalda sobre el respaldo de la silla y me quité mis gafas de lectura.
Quería relajarme, pero todo mi cuerpo estaba tenso y me sentía demasiado incómoda, por lo que fue imposible.
—Pero miren a quién tenemos aquí —escuché a esa chillona voz a mis espaldas, no volteé—. La pequeña perra, Wild.
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SCARS
Misterio / Suspenso"Las únicas cicatrices que jamás sanarán son aquellas que no eres capaz de ver." Annaleigh Wild es una joven de diecisiete años que ha pasado su vida entera tratando de ganar el cariño de su madre, quién no parece interesarse por ella. Como si...