Will POV
No podía dormir. Estaba sentado en un rincón de la habitación observando como la luz del amanecer iluminaba poco a poco la pálida piel de Anna.
Podía oír su suave respiración y ver su pecho subir y bajar con tranquilad, pero aun así no podía sacar de mi cabeza su imagen llorando, desesperada, buscando algo de consuelo en mis brazos.
Me sentía preocupado y tenía demasiado temor. Su madre había sido una gran mierda y ella no dejaba de repetir que no tendría que haber nacido. Esto último era lo que me preocupaba más. Temía que alguna tonta idea se cruzara por su ingenua cabeza y cometiera alguna locura. Sabía que era sumamente inteligente como para pensar en cometer alguna idiotez de la magnitud que yo había pensado alguna vez, pero aun así no podía quedarme tranquilo y me sentía incapaz de dejarla sola un minuto.
¿Cómo podía una madre decirle a su hija que la hubiera deseado muerta? Incluso si alguna vez lo hubiera pensado mientras todavía no se había formado en su interior... ¿cómo podía ser tan jodidamente cruel? Esa mujer era lo más repugnante que había conocido en mi vida. Llenarle la cabeza con estupideces sobre mí fue incluso bajo para ella, sobre todo cuando fingía que le interesaba cuando en realidad jamás le había importado una mierda. Lo único que quería Georgia era que Annaleigh no fuera feliz, parecía que aquello le molestaba demasiado.
¡Maldición! ¿Cómo podía decirle que la dejaría sola en cuanto se embarazara? No formaba parte de mis planes convertirme en padre, al menos no ahora, pero si así tuviera que ser, estaría feliz de formar una familia con la mujer que más amaba en el mundo. ¡Jamás podría ser capaz de dejarla sola! Ni por ella, ni por mí mismo. Sabía que era un maldito egoísta desde el día en que la dejé entrar en mi vida, pero ahora me sentía más egoísta que nunca porque no creía que pudiera dejarla ir... tan solo imaginarlo me causaba un terrible malestar.
El teléfono de Annaleigh comenzó a sonar dentro su cartera, que había dejado tirada en el suelo, y corrí a apagarlo para que no la despertara. Maldije una y otra vez al revolver lo que había dentro y no encontrarlo. ¿Por qué diablos las chicas tienen que llevar tanta mierda dentro de sus bolsos? Finalmente lo encontré y deslicé el dedo en la pantalla para apagar el despertador. Maldije nuevamente en voz baja y miré por sobre mis hombros para comprobar que Anna no se hubiera despertado. Ella había comenzado a moverse sobre la cama apretando sus párpados con fuerza.
Maldito despertador.
—¿Will? —murmuró, casi inaudible, sin abrir los ojos.
Caminé hasta la cama y me senté a su lado. Ella abrió los ojos y me sonrió levemente. Sus ojos aún estaban algo hinchados por tanto llorar.
—Sigue durmiendo, mi amor —acaricié su cabello.
—No quiero seguir durmiendo —torció el gesto.
—¿Has tenido pesadillas? —mi voz sonó demasiado preocupada aunque hice mi mejor esfuerzo para que no fuera así. No percibí en ningún momento que Anna estuviera teniendo malos sueños, sino la hubiera despertado.
—No quiero quedarme todo el día en la cama —se encogió de hombros y luego pasó con suavidad su pulgar por debajo de mis ojos—. ¿Has dormido? —inquirió con el ceño fruncido.
—Justo a tu lado —mentí. No quería que se preocupara por mí, yo era lo último en lo que ella debía preocuparse ahora mismo.
Anna me miró otra vez, poco convencida, pero lo dejó ir.
—¿A dónde quieres ir hoy? —pregunté mientras observaba cómo se levantaba y se dirigía hacia el armario.
—A la escuela —dijo mientras examinaba qué ponerse—. He faltado demasiado las últimas semanas y ni siquiera recuerdo lo que estamos viendo en alguna asignatura. Todo lo que está en mi mente es Will, Will, Will y más Will.

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SCARS
Mystery / Thriller"Las únicas cicatrices que jamás sanarán son aquellas que no eres capaz de ver." Annaleigh Wild es una joven de diecisiete años que ha pasado su vida entera tratando de ganar el cariño de su madre, quién no parece interesarse por ella. Como si...