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«Pero debo continuar. Siempre solo. Nunca roto.»

Broken - Jake Bugg.


Presente.


—El próximo proyecto será en pareja —anunció la profesora McCall.

Miré a mi mejor amiga y sonreímos al mismo tiempo.

Definitivamente no había nada que me gustara más que la historia mundial, y si tenía que estudiarla con Halley era mucho mejor.

Vivíamos en Los Ángeles y éramos mejores amigas desde que tenía memoria. Hacíamos todo tipo de cosas juntas, desde estudiar hasta ir de compras.

A pesar de que éramos buenas alumnas, ya que si no teníamos buenas calificaciones nuestros padres nos privaban de muchas cosas —ellos son de esos padres que piensan que es más importante un APROBADO para sobrevivir que el cariño—, no nos parecíamos para nada a las personas que todos denominaban nerds, comenzando porque en ese colegio parecía que todos estaban a la moda. No tan solo era una de los mejores colegios de la región —para no decir del país— sino que también a él concurrían los hijos de las personas más adineradas de todo Los Ángeles, y ahí era exactamente donde se encontraba el problema: si bien tenía un excelente nivel académico, el dinero a veces ganaba por sobre la moral. Por suerte ni mi madre ni los padres de Halley habían hecho eso jamás, ellos decían que nuestro único deber era aprobar ya que no teníamos ninguna otra responsabilidad que no fuese ir al colegio, por lo cual debíamos esforzarnos para tener altas calificaciones sin hacer algún tipo de fraude.

—¿Crees que si sigo pasando mucho tiempo contigo me volveré homosexual? —bromeó Halley sacándome de mis pensamientos.

—¿Qué hay de malo con eso? —reí—. Podríamos ser una hermosa pareja, ya pasamos casi todo el tiempo juntas siendo mejores amigas, ¿te imaginas si saliéramos?

—Querida Annaleigh, no te imagino saliendo con nadie que no sea conmigo, ¿sabes por qué?

La puerta del salón se abrió y dos chicos entraron, interrumpiendo mi charla con Halley y también a la profesora, quien no había dejado de hablar desde el inicio de la clase.

Era molesto que ni siquiera se disculparan o que no le dieran castigo alguno por siempre llegar media hora después de la que deberían, sin incluir que no eran para nada amables y que ni siquiera se molestaban en inventar una excusa.

Los dos chicos caminaron hasta el final del salón y tomaron asiento en la última fila. La profesora los siguió con la mirada sin decir una palabra y anotó algo en su libreta.

—Hay un pequeño cambio de planes, y pueden agradecérselo a Holworth y a Walker —anunció McCall de pie frente a la toda clase citando a los dos muchachos que acababan de entrar—. Yo seré quién asignará las parejas.

La mayoría de mis compañeros comenzaron a quejarse de la decisión de la profesora. Era obvio, ya que todos ya habíamos armado las parejas para el proyecto, pero no estaba de acuerdo con que las quejas fueran dirigidas a la profesora en lugar de a Holworth y Walker. ¿La razón? Todos les temían.

Su vestimenta siempre negra, sus tatuajes y su manera amenazadora de mirar eran algunas de las cosas que hacían que todos se sintieran intimidados por ellos dos. Personalmente me parecían unos idiotas, creían que se podían llevar el mundo por delante y que todo se ganaba mediante apuestas y peleas callejeras.

No los conocía, a decir verdad, ellos dos eran los únicos chicos con los que jamás hablado desde el comienzo del curso, pero todos sabían quiénes eran, nunca trataban de pasar desapercibidos, y los rumores —que más que rumores eran verdades— decían que sus vidas consistían básicamente en la ilegalidad.

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