SCARS

Capítulo 37

Canción de este capítulo: Mother - John Lennon.

Después de tan solo unos minutos pasada la una, aparqué en el estacionamiento de Joe's y divisé el Lamborghini de Will a unos pocos metros de distancia.

Había pasado el resto de la mañana con Brandon, quien insistió en que fuéramos al hotel para ordenar mis cosas y así no dejarme sola evitando que me cuestionarse más cosas que me provocaran dolor. Estuve completamente agradecida de que me ayudara a distraerme de mi misma y de que me animara a verme mejor. Comentó que una vez, entre millones, Natalie le había contado que si las mujeres se veían bien, se sentían de la misma manera. No estaba del todo segura que eso funcionara conmigo, pero de todos modos lo intenté. Me había puesto un corto y suelto vestido azul con pequeñas flores y en mis pies llevaba unas cómodas ballerinas. También me había hecho algunas ondas en mi cabello y me había maquillado para cubrir mis grandes ojeras e intentar disimular lo hinchado que se veían mis ojos tras tanto llorar. Brandon me alagó diciendo que me veía radiante, pero no me sentía exactamente así. Aunque me veía bien no me sentía en mí misma, sentía que aquello que reflejaba el espejo no tenía nada que ver con lo que sentía en mi interior, pero dejé de pensar en eso de inmediato. Si no me arreglaba, Will se daría cuenta de que no estaba bien.

Bajé del auto y caminé hasta el interior de Joe's. Busqué con la mirada a Will y sonreí inconscientemente al verlo hablar despreocupadamente con su hermana menor. Estaban sentados en una mesa, junto a una gran ventana, uno frente al otro. Will sonreía con dulzura a Sydney mientras ella movía las manos como si le estuviera explicando algo. De pronto, tras seguramente sentirse observado, Will levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los míos. Su sonrisa se ensanchó en cuanto me vio y comencé a caminar hacia ellos. Sydney volteó para encontrar el objeto de distracción de su hermano mayor y se levantó de un salto para saludarme.

-¡Anna! -Me abrazó con fuerzas-. Luces hermosa, como de costumbre.

-Gracias, tú también.

Sydney vestía con shorts blancos y una camiseta de tirantes de seda color rosa. Se veía adorable y elegante a la vez.

Will carraspeó su garganta y Sydney me dejó ir de sus brazos. Cuando me volteé a verlo para reprimirlo por ser tan molesto hacia su hermana, no pude hacerlo. Sus ojos brillaban de alegría mientras sostenía una silla para que me sentara a su lado.

-William -me acerqué a él e intenté besar su mejilla pero corrió el rostro de modo que terminé besando sus labios.

-Chica molesta -rio mientras yo me sentaba fingiendo estar enojada por su acción.

Will se sentó a mi lado y de inmediato pedimos la comida. No tenía demasiado apetito, pero aun así me obligué a mí misma a comer aunque sea un poco de las hamburguesas asadas con papas fritas que habíamos decidido ordenar.

Will parecía estar demasiado contento. No dejaba de mirarme y sonreír. Me pregunté si era porque me había arreglado más de lo que solía hacerlo diariamente, pero me recordé que estaba hablando sobre Will Holworth, desde luego que era otra cosa lo que lo tenía de buen humor. Luego pensé en Charles, ¿le habría pasado algo malo como para contentar de tal forma a Will? Y si así era, ¿me lo diría? Ya estaba totalmente exhausta de las verdades ocultas que se adueñaban de mi vida, no me importaba si eran malas o buenas noticias, prefería un millón de veces ser conocedora de la verdad, por más dura que fuera, que ser presa de una mentira una vez más.

-¿Estás emocionada por el baile del viernes? -Sydney me sacó de mis pensamientos.

-Sí, bastante -mi voz sonó con emoción que, por primera vez en horas, era real.