—¿Estás listo, papá?— preguntó el pequeño castaño desde el marco de la puerta de la habitación de su padre con su bolso de viaje colgando de su hombro.
—Sí, sólo dame un segundo. Quiero asegurarme de que llevo todo lo que necesito. — contestó Stiles a su hijo, cerrando su bolso de viaje. Luego tomó su pistola y comenzó a cargarla, a lo cual el menor alzó una ceja.
—¿Vas a llevar tu arma a la boda?
—Es Beacon Hills, cariño. Nunca se sabe qué puede pasar.
—¿Pero no es más útil tu chispa que una simple arma?— preguntó el menor acercándose a Stiles que guardó su arma en su cadera.
—Sí, pero no puedo esperar que todo siempre salga bien.
—Sí, lo sé.— dijo con cierto desánimo en su voz— Si todo siempre saliera bien, el abuelo nos estaría esperando.
Stiles le sonrió de manera compasiva a su hijo y estiró su brazo hacia él hasta poder acariciar su nuca suavemente.
—Sí, será difícil no verlo ahí cuando volvamos. — el menor se apegó más hacia su tacto, viendo con tristeza los ojos whisky de su progenitor.
—Lo extraño.
—Lo sé, cachorro. Yo también.— Stiles abrazó al chico que rápidamente envolvió sus brazos a su alrededor y escondió su rostro en su hombro por algunos segundos, haciendo sonreír al mayor.
—¿Ahora sí estás listo?— preguntó el menor levantando su rostro con una sonrisa. Stiles sonrió soltando un suspiro.
—Sí, Dalton. Ahora sí estoy listo. ¿Tienes todas tus cosas?
—Sí.— Y tras separarse rápidamente salió corriendo fuera de la habitación hacia las escaleras al final del pasillo. — ¡Vamos, papá!
—Voy detrás de tí.— Tomando su bolso y un pequeño maletín fue tras su hijo que ya se encontraba en la puerta de entrada viéndolo bajar las escaleras con ojos impacientes. Al llegar a la planta baja tomó sus llaves y billetera del mueble de la entrada, y salieron del departamento hacia el estacionamiento del edificio.
Stiles y su hijo volverían a Beacon Hills.
Nuestro querido castaño con lunares había dejado el pueblo poco después de graduarse de la escuela, y los años siguientes lo visitaba ocasionalmente para que su pequeño estuviera con su abuelo.
Desafortunadamente la última vez que estuvieron en el pueblo fue hace cuatro años y para despedirse del sheriff en su funeral. Esa devastadora pérdida los golpeó con fuerza a ambos, Stiles extrañaba mucho a su padre, y Dalton a su querido abuelo quien fue una parte muy importante de su infancia. Sin Noah ya nada los ataba al pueblo, pero la invitación a la boda de Lydia y Jordan les había dado un motivo para volver. Ellos eran los únicos miembros de la manada con los que Stiles se había mantenido en contacto luego de la graduación, además de ser los queridos tíos y padrinos de su hijo, por lo que no podían fallarles en un día tan especial como lo era ese.
El pequeño Dalton, bueno, no tan pequeño, pues ya contaba con 15 años, 16 en unos meses, estaba emocionado por volver a ver a sus tíos y a sus dos pequeños primos a quienes veía como hermanitos. Sin embargo, estaba algo inquieto al igual que su padre, pues sabía como él que al estar en el pueblo cabía la posibilidad de encontrarse con la manada y cierto lobo alfa que Stiles no quería ver para nada. No habían sabido de ellos en mucho tiempo y el pequeño castaño ni siquiera los conocía en persona, pues pese a haber visitado Beacon Hills muchas veces durante su infancia, nunca los vio y ellos nunca se pusieron en contacto, ni siquiera cuando Noah falleció estuvieron presentes.
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HIJO DE UNA CHISPA
FanfictionStiles regresa a Beacon Hills junto a su hijo para asistir a la boda de Lydia y Jordan. A su vez, la manada regresa al pueblo después de 15 años para una reunión de manada, no sabiendo que el castaño está de regreso. Pese a que todo parece perfecto...