Capítulo 14: Conviviendo entre betas

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Luego de dejar la casa, los cuatro adolescentes caminaron hacia el hospital y durante todo el camino los betas hablaron bastante e intentaban por todos los medios hacer sonreír al pequeño castaño, que cada vez se sentía más a gusto estando con ellos.

Dalton llegó a la entrada del hospital con los demás a su lado, y al caminar hacia las puertas, se adelantó entrando al edificio, y los betas al intentar seguirlo chocaron con lo que les pareció una pared de ladrillos invisible, y al oír los quejidos de estos, el castaño se volteó viendo a Dominic y Christine acariciándose la nariz pues se la habían golpeado.

—Oh. Cierto. Lo olvidé.— dijo el menor apenado desde el interior del hospital.

—¿Cómo lo haces?— le preguntó Dominic con una ligera irritación, revisando con sus dedos si es que su nariz estaba sangrando, que por fortuna no lo estaba.

—Lo siento, pero eso es un secreto.— respondió con una sonrisa inocente, viendo bufar al pelirrojo.— Creo que tendrán que esperar aquí. O mejor pueden irse, me tardaré un poco aquí dentro.

—Podemos esperar.— respondió Rasmus parándose de manera relajada con sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

—Sí, estaremos justo aquí cuando salgas.— se une Dominic apoyando su brazo en el hombro de su hermano, y Christine no siendo menos se colgó del brazo del rubio en su lado libre.

—Nos vemos en dos horas entonces.— respondió a modo de despedida.

—¡Saluda a tu papá de nuestra parte!— gritó la chica con alegría.

Dalton al oírla se congeló por un segundo y al no saber qué decir sólo se sonrió y asintió alejándose hacia la recepción.

Después de que le dieran autorización para pasar a la habitación de Stiles, Dalton tomó el elevador que lo llevaría al piso de postrados y cuando éste se detuvo, caminó por el pasillo hasta ella. Cuando entró, pudo ver a su padre nuevamente tendido en su cama de hospital, tal como ya se había acostumbrado a verlo. Se acercó a él y se dedicó a mirarlo, su rostro estaba más pálido de lo normal, tenía leves ojeras borgoña bajo sus ojos cerrados, sus labios rosa pálido permanecían ligeramente abiertos, la barba le había crecido y se formaba espesa sobre su piel, su cuerpo estaba más delgado haciendo resaltar sus clavículas y su manzana de Adán al igual que un poco sus pómulos, sus dedos al ser más delgados parecían más largos y sus venas en sus manos eran más notorias, y adherido a eso pese a que las heridas en su piel habían sanado quedaron cicatrices bastante notorias, y las marcas como raíces en su piel eran de un morado casi negro y ahora se habían extendido hasta sus manos y cuello. Pero a pesar de todo eso, aún conservaba esa expresión tranquila que siempre tenía al dormir.

Dalton sonrió con un deje de tristeza en su mirada.

—Hola, papá.

Durante poco más de una media hora se sentó junto a la cama tomando la mano de Stiles y le contó todo lo que había pasado los días que no había podido visitarlo y los eventos de ese día, todo acerca de los betas adolescentes de la manada Hale/McCall y su nueva amistad con ellos.

—Sé que te caerían bien. Hablan mucho igual que tú, y parece que están decididos a protegerme. ¿Pueden creerlo? Quieren ir en contra de su manada, de sus alfas, todo para mantenerme a salvo. Yo aún creo que es una especie de sueño, ¿sabes? Todo es tan irreal.

Apretó la mano de su padre y al percatarse que no era cálida como siempre, sintió su pecho apretarse y su muñeca izquierda arder, al estar él y su lobo sintiendo el mismo dolor. Acostó su cabeza suavemente sobre su pecho procurando no aplastarlo, y de ese modo podía escuchar los suaves y casi nulos latidos del corazón del castaño, sentir su pausada respiración, y en ese momento sus ojos se llenaron de lágrimas.

HIJO DE UNA CHISPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora