Capítulo 17: Los peligros de una manada

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Luego de un par de días sin saber nada de sus amigos Dalton comienza a preocuparse, temiendo que algo malo pudo haberles pasado.

—¡Dalton, baja ahora si no quieres llegar tarde!— lo llamó Lydia desde la entrada de la casa para luego caminar hacia su auto donde los mellizos ya la esperaban sentados en los asientos traseros.

El castaño suspiró de manera cansada, y toma sus cosas para poder irse a la escuela, y mientras baja por las escaleras comienza a llamar nuevamente a Dominic, desanimándose al oír una vez más el mensaje para el buzón de voz, así que como último recurso decide dejarle un mensaje a su amigo.

—Hola, Dominic. Um... Escucha, no sé si están teniendo un problema con sus teléfonos o algo, pero... ya son tres días y no he sabido nada de ustedes, y ya estoy preocupado. No tienen que venir por mí hoy, sólo... contesta este mensaje para saber que están bien, ¿ok? Adiós...— dice terminando con su mensaje, para entonces salir de la casa y luego subir al auto de Lydia, utilizando como antes el asiento del copiloto.

Dalton durante todo el día no pudo concentrarse en sus clases, pues no podía dejar de pensar en sus amigos y mientras almorzaba la idea de que la manada se hubiera enterado de su amistad con ellos y les hubiese hecho algo, pero luego pensaba que si ese fuera el caso, no los creía capaces de hacerle daño a sus propios betas.


Al salir de clases esperaba a su tía en el estacionamiento, cuando repentinamente un mensaje de Dominic llega a su celular.

Dominic

"Necesito que nos encontremos en las viejas vías del tren ahora mismo. Es una emergencia."

Sin pensarlo lo suficiente guarda su celular y comienza a correr en dirección al lugar de encuentro, esperando que su amigo se encuentre bien cuando por fin lo vea. De camino recibe una llamada de Lydia, por lo que se detiene en un semáforo.

Dalton, ¿dónde estás?

—Voy camino a las vías del tren. Dominic me pidió que nos encontráramos ahí.

Dalton, no me parece buena idea. Dime dónde estás, iré por tí.— le pide Lydia preocupada.

—No puedo tía, tengo que saber qué le ocurrió a mis amigos. Te prometo que estaré bien.

—¡Dalton!— lo llama, justo antes de que él cuelgue la llamada y siga con su camino hacia las vías del tren.

Le tomó un poco de tiempo llegar pues se confundió de calle un par de veces, pero lo logró. Sin embargo no veía el auto de Dominic, ni a Dominic por ninguna parte.

—¡Dominic! ¡Dominic, ¿dónde estás?!— comenzó a llamarlo, pero nadie contestó, así que se decidió por utilizar sus sentidos de hombre lobo, y al comenzar a olfatear fue atraído por un aroma que le pareció conocido, así que lo siguió llevándolo hacia la caseta.

En ese momento se dio cuenta del error que estaba cometiendo, pues bien eso podía ser una trampa. Desafortunadamente se dio cuenta demasiado tarde, ya que cuando pensaba en regresar sobre sus pasos y volver a casa, unos fuertes brazos lo envolvieron por detrás y su boca fue cubierta, y mientras forsejeaba en un intento de liberarse, sintió un pinchazo en su cuello, y entonces todo se volvió negro.


Cuando despertó rápidamente se dio cuenta de que estaba en problemas. Se encontraba sobre el piso de cemento de una pequeña habitación bastante oscura, y cuando intentó levantarse notó que sus piernas estaban encadenadas al piso. Rápidamente intentó romperlas para liberarse, pero al tocar la cadena sus palmas se quemaron, y al intentar destruir los grilletes en sus tobillos el resultado fue el mismo. Asustado y entrando en pánico comenzó a ver a su alrededor en busca de algo que pudiera ayudarlo a liberarse o una salida, pero sólo vio una puerta de acero frente a él sin manillas. Buscó su celular pero al ser secuestrado ya no lo tenía con él, por lo que comenzó a desesperarse.

HIJO DE UNA CHISPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora