Capítulo 15: El comienzo de una alianza

1.1K 114 4
                                    


Derek resopla con molestia caminando hasta su auto estacionado a pocos metros y con sus brazos cruzados sobre su pecho se apoya sobre este, mirando el imponente e impenetrable hospital frente a él. Ya ha olvidado el número de veces que ha intentado entrar a él rompiendo la barrera de algún modo, pero jamás ha podido lograrlo. Se siente totalmente frustrado al respecto y por ello ha deseado más de una vez poder atrapar a Deaton y arrancarle la garganta con los dientes si continúa con su idea de no romper la barrera y dejarlo ver a Stiles.

Todos estos años había esperado verlo otra vez, para poder hablar con él y poder decirle cuánto sentía haberlo lastimado como lo hizo, pero desde que el castaño dejó el pueblo hace 15 años no volvieron a encontrarse.

Ve la hora viendo que ya pasan de las 4 de la mañana, por lo que se rinde por ahora, pensando volver más tarde. Conduce hacia la mansión y de camino decide que ya es hora de hablar con la manada y poner en acción un plan que de verdad funcione, y sabe por dónde empezar.



A la mañana siguiente cuando Dalton salió de su casa con su tía, ambos se sorprendieron al ver un auto afuera y a los tres betas esperando por él sonrientes.

—Hola. ¿Qué hacen aquí?— les preguntó acercándose a ellos con una sonrisa.

—Nos levantamos temprano y se nos ocurrió venir a recogerte para ir a la escuela.— le respondió Dominic acercándose.

—Oh, chicos, no tenían que hacerlo.— dijo Dalton ligeramente apenado.

—Sí, pero queríamos.— dijo Christine acercándose también.

—Compramos pastelillos para comer en el camino.— se acercó Rasmus mostrándole una bolsita con el logo de una pastelería del centro.

—Creo que no tienes más opción que irte con ellos, Dalton.— le habló Lydia sonriente.— Buenos días, chicos.

—Buenos días, señora Martin.— saludaron de regreso los tres betas.

—¿Entonces no te molesta que vaya con ellos?— le preguntó Dalton a su tía.

—Claro que no. Me alegra que se estén llevando tan bien.— le respondió la pelirroja con una sonrisa, viendo a los cuatro adolescentes frente a ella.

—Está bien. ¿Nos vemos para la cena?

—Claro.— dice, caminando hacia su auto— Ah, casi lo olvido.— dice volteando hacia Dalton— Hablaré con Jordan y Deaton para reunirnos todos a hablar, y te avisaré cuando estemos listos.

—Gracias, tía Lydia.

—Ten un buen día.— se despide de él para besar su frente— Te quiero.— y entonces vuelve hacia su auto.

—Y yo te quiero a tí.— se despide Dalton.

—Adiós, señora Martin.— se despiden los chicos.

—Adiós, chicos.

Lydia sube a su auto saliendo del estacionamiento de su casa y se aleja por el camino hacia su trabajo.

—Bien, vamos antes de que se nos haga tarde.— habló Dominic— ¿Quieres ir de copiloto?— le preguntó a Dalton.

—Seguro.— respondió él, sonriendo.

Todos se subieron al auto, acomodándose Dominic en el asiento del piloto, Dalton en el de copiloto y Christine junto a Rasmus en el compartimiento de atrás.

—¿Pastelillo?— le preguntó Rasmus ofreciéndole la bolsita desde los asientos de atrás.

—Claro, gracias.— dice sonriente tomando uno de vainilla con glaseado de color durazno, y mientras lo sacaba del interior de la bolsa, notó que las uñas del chico rubio eran de color verde oliva— ¿Pintaron sus uñas?

HIJO DE UNA CHISPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora