Capítulo 37: El otro Stiles

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Mientras recuperaba el aliento, Stiles se sentó lentamente en el suelo, abrazándose a sí mismo, mientras las lágrimas descendían constantemente por sus mejillas. Ahora todo cobraba sentido para él, y cuando antes pensó que podría sentirse cómodo y acostumbrarse a estar rodeado por la manada, Derek y los cachorros, ahora se sentía atrapado en una pesadilla.

—¡Stiles!— tras haber presenciado un doloroso ataque de su padre, Felix llegó acompañado de Derek y el resto de los lobos, que alarmados se acercaron para ayudarlo.

Pero Stiles no los quería cerca. Aún sabiendo que ellos no eran quienes le hicieron tanto daño antes, el sólo ver a Derek, Scott y a Peter frente a él, hizo que su ira y el odio por ellos salieran a flote.

— Stiles, ¿estás bien? ¿Qué pasó?— al ver las intenciones del hombre de acercarse a él y tocarlo, se puso de pie y retrocedió para evitarlo, pero lo hizo de manera tan brusca que no pasó desapercibido para nadie— Stiles, ¿qué tienes?

—Hermano, ¿te encuentras bien?— el castaño endureció el gesto y apretó los puños, deseando que Scott no lo hubiese llamado así. Siempre le gustó que lo considerara su hermano de otra madre, por lo cercanos y unidos que siempre fueron, pero ahora todo lo que venía a su mente era al Scott adolescente diciéndole que todo lo que hizo fue por su bien, luego de haberlo traicionado. Su chispa se activó con fuerza y el aire a su alrededor comenzó a vibrar y a volverse frío, a la vez que sus ojos brillaban por completo en violencia neón.

—¡Stiles, cálmate! ¡Estás perdiendo el control!— le habla Peter, escudando a algunos de los betas con su cuerpo. Cómo los odiaba. Quería acabar con ellos en ese momento, ahora recordaba cómo usar sus habilidades para lograrlo.

—¡Papá!— lo llamaron Feix y Maddie alarmados. Sólo entonces se dio cuenta de la presencia de los cachorros y quienes eran sus hijos en ese mundo. Al ver la preocupación en los ojos de los niños, consiguió que se diera cuenta de lo que estaba planeando hacer, y con quienes se encontraba. Ninguno de ellos tenía la culpa de su sufrimiento, y no podía permitir que Maddie lo viera así.

Puso su chispa bajo control y se calmó, comenzando a retroceder.

—Está bien, cariño. No pasó nada.— tranquilizó Derek a su hija, antes de volverse a ver a Stiles.

Stiles no podía quedarse ahí, no podía estar cerca de Derek, y seguir tolerando la idea de ser su esposo. Correr no le pareció una buena opción, pues sentía sus piernas algo débiles y ellos siendo hombres lobo probablemente lo alcanzarían, así que tendría que valerse de sus poderes para escapar. Pensó rápido en qué hacer, recordando que las brujas le habían enseñado que sería muy útil en ese momento: la teletransportación.

Activando su chispa nuevamente, cerró los ojos y se concentró en su nueva tarea, y en un abrir y cerrar de ojos, desapareció.

—¡Stiles!— exclamaron todos alarmados.

—¡Papá!— gritó Felix sin poder evitarlo.

—¡¿A dónde se fue?!— preguntó Scott alterado.

—¡Acaba de esfumarse!— respondió Peter, dejándole en claro que no sabía más al respecto que él.

—Tenemos que encontrarlo.— ordenó Scott viendo a sus compañeros de manada.

—¿Dónde está papi?— gritó Maddie habiéndo comenzado a llorar, y Cora siendo la primera en reaccionar, la tomó en brazos.

—La llevaré adentro.— le informó a su hermano, para enseguida llevarse a la pequeña al interior de la casa.

—Felix, ¿qué pasó? ¿Qué pasó antes de que Stiles comenzara a tener problemas?— le preguntó Derek a su hijo tomándolo de los hombros.

—Nada. Sólo estábamos conversando.

HIJO DE UNA CHISPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora