HIJO DE UNA CHISPA

Capítulo 10: Cachorros

Por los siguientes días de clases, los tres betas se dedicaron a observar y escuchar todo lo que involucraba al pequeño castaño que los tenía cautivados, y usando sus poderes de lobo y cuidando de que nadie, incluyendo al castaño, los notara, pudiendo enterarse de sus gustos musicales y literarios, y ya con suficiente información de él, esperarían para que comenzara la próxima semana de clases y se acercarían al chico para poder hacerse sus amigos.

Por su parte Peter se dedicó a seguir al chico castaño por lo que restaba de la semana a diario y vigilarlo cada minuto del día. De este modo se enteró que el niño vivía con Lydia y su familia a quien le decía tía, era ella quien a diario lo llevaba y recogía de la escuela, también supo que en la rutina diaria del chico estaba ir al hospital un par de horas después de la escuela, imaginando que visitaba a Stiles, de donde casi siempre salía llorando y rascándose la muñeca izquierda, después de eso volvía a casa y se la pasaba con sus primos hasta que Lydia y en ocasiones Jordan llegaban del trabajo y cenaban.

A veces la rutina después del hospital cambiaba, pues a veces en lugar de quedarse en casa salía con los gemelos por el pueblo, y el fin de semana, el sábado específicamente, asistió al hospital más temprano y por más tiempo acompañado por todos los Parrish Martin , y después se fueron un par de horas al bosque donde le sorprendió ver lo rápido que corría, y lo estresó un poco no poder averiguar demasiado pues no podía acercarse, pero si de algo estaba seguro es que su nombre no era Richard y no era un humano normal.

Después de recoger su nueva pulsera con Deaton, Dalton se tuvo que quedar en casa cuidando de sus primos, pues Jordan tuvo que ir a la comisaría y Lydia tenía que encargarse de algo. No tenía verdaderos problemas con eso, era un buen niñero y sus primos siempre se portaban bien cuando se quedaban a su cargo. Justo en ese momento se encontraba en la cocina preparando un postre para ellos, que les daría después de que terminaran con sus tareas. No era nada sofisticado, sólo algunos brownies, que les daría con un poco de jugo. Después de eso podían comerse algunas de las mini pizzas congeladas antes de que sus tíos volvieran para la cena. Mientras estaba en eso escuchó que tocaban el timbre y a uno de los niños ponerse de pie.

—¡Yo abriré!— les avisó a los niños en voz alta, y enseguida escuchó un bufido y a quien se había levantado sentarse nuevamente, lo que le hizo sonreír.

Caminó hasta la puerta y vio por la mirilla, quedando extrañado al ver tres niñas. Con cuidado y confusión abrió la puerta.

—Hola. — las saludó aún algo confundido y curioso por su presencia. — ¿En qué puedo ayudarlas?

—Hola. — lo saludó una pequeña niña que no debía tener más de diez años, de cabello castaño oscuro, ojos marrones y rasgos asiáticos, con una linda sonrisa en su rostro. — ¿Es ésta la casa de Clint y Meredith Parrish Martin?

—Así es. ¿Son ustedes sus compañeras de clase?— preguntó Dalton, viendo a las tres niñas, que le sonreían.

—Lo somos.— respondió la pequeña de rasgos asiáticos liderando el grupo.— Soy Maisie, y ellas son mis primas Abby y Riley,— presentó a la pequeña rubia de ojos marrones a su izquierda, y a la pequeña morena de rasgos afroadescendientes de cabello rizado algo rubio y de bonitos ojos marrones a su derecha.— y vinimos a hablar con ellos, sobre lo que pasó con mi hermano Gar.— explicó al adolescente.

—De hecho él viene con nosotras. — le informó Abby.

—¿Ah, sí?— preguntó Dalton, viendo a nadie más que las tres niñas.

—Sí, y queríamos...— comienza Maisie, pero luego suspiró exasperada.— ¡Garfield!— llama molesta hacia su derecha, jalando a su hermano frente a la puerta y frente a Dalton, y éste al ver al niño se dio cuenta quiénes eran, eran los niños de Scott McCall y Kira Yukimura, las otras dos niñas debían ser también hijas de miembros de la manada, pero más importante que eso fue saber que ese era el niño que había estado molestando a Clint y a quien Mer le había dado una paliza.