Capítulo 6: El desvanecimiento de una chispa

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Los días fueron pasando de manera agradable para ambos Stilinski, Stiles se mantenía ocupado trabajando con Deaton en su clínica y Dalton siempre estaba a su lado, viendo todo con curiosidad y aprendiendo de los dos hombres. También se la pasaban en casa de Lydia, que por el momento trabajaba desde su hogar, y pasaban tiempo con los mellizos, con quienes iba todas las tardes al bosque o al lago, donde podían dejar a relucir sus verdaderas naturalezas. En el bosque Dalton podía transformarse y correr sin problemas de ser visto por alguien, y los mellizos no se quedaban atrás siendo más rápidos que niños humanos comunes por lo que no se apartaban del adolescente, que era feliz de tenerlos cerca y poder ser él por completo sin miedo a reprimendas. Stiles y Lydia siempre estaban con ellos y los cuidaban, de vez en cuando se les unía Jordan pero rara vez debido a su trabajo y que su jefe no lo dejaba en paz, cosa que los chicos entendían y no les impedía disfrutar de su tiempo juntos al aire libre.

Tanto Lydia como Jordan estuvieron de acuerdo con hacerse cargo de Dalton cuando Stiles ya no estuviera. Sin embargo, le dijeron al castaño que no podía dejar pasar más días sin decirle la verdad a su hijo , y él les dio la razón, por lo que decidieron que se haría ese fin de semana, donde estarían todos y podrían explicar mejor la situación. Faltaban dos días para eso, y Stiles se sentía nervioso, más porque estaba seguro que su hijo ya sabía y se enojaría por ocultarlo, pero era lo mejor para él y el chico con el tiempo lo entendería. O eso esperaban.


Un día como cualquiera, después de almorzar en casa de los Martin Parrish, Stiles fue llamado por Deaton, pues aparentemente tenía información que compartir acerca de la escama que le había mostrado.

—¿Por qué no puedo ir contigo?— preguntó Dalton apoyado en la pared de la entrada de la casa de Lydia, viendo a su padre ponerse su chaqueta y guardando sus pertenencias en sus bolsillos para poder ir a la veterinaria.

—Porque no podemos dejar a los mellizos sin supervisión. Lydia tuvo que ir a su oficina y no volverá hasta la hora de la cena.

—¿Y no podemos llevarlos con nosotros?

—La veterinaria no es exactamente un buen lugar para tener un par de niños revoltosos husmeando por ahí. Sé que puedes manejarlo. ¿Puedes ser un buen chico y cuidar de tus primos mientras los adultos trabajan?— le preguntó viendo a su hijo a los ojos mientras lo tomaba cariñosamente de la nuca.

Dalton lo miró serio por varios segundos, antes de suspirar rendido.

—Sí, está bien.

—¿Ya te vas, tío Stiles?— pregunta el pequeño Clint asomándose junto a su hermana a la entrada de la casa donde los dos Stilinski se encontraban.

—Sí, pero no se preocupen, volveré en un par de horas. — les aseguró a los mellizos agachándose frente a ellos para tomarlos de los hombros.

—¿Qué nos traerás?— preguntó Meredith.

—Hm, no lo sé, ¿qué les traeré?— dijo Stiles tomando su mentón mientras pretendía pensar.

—¿Bombones?— preguntó Clint con ojos brillantes.

—Bombones serán.— respondió el castaño, reconociendo que era buena idea.

—¡Sí!— celebraron los mellizos felices dando un salto, haciendo sonreír a Stiles.

—Pórtense bien. Los tres. — les pidió abriendo la puerta de la casa.

—Sí, señor.— respondieron los tres menores haciendo el saludo del soldado, a lo que Stiles se ríe.

—Adiós.— y entonces salió de la casa.

Se subió a su auto y condujo hasta llegar a la veterinaria, donde Deaton ya lo estaba esperando. Juntos entraron y enseguida el druida hizo pasar al castaño hasta su clínica, donde lo examinará.

HIJO DE UNA CHISPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora