Capítulo 28: La manada salvaje

638 68 26
                                    


Después de un agitado y largo fin de semana, la joven manada Stilinski volvió a asistir a la escuela, que ya está nuevamente abierta.

Luego de estacionarse, Dominic bajó de su auto, y Rasmus, Dean, Christine y Maddy le siguieron, entrando así los cinco a la escuela con el resto de los estudiantes. Ese día sólo los cinco asistirían a clases, pues luego de su expulsión descontrolada de sus poderes de chispa, Dalton pasaría el día en la veterinaria con Deaton entrenando sus poderes para que de plano algo como eso no volviera a pasar, mientras que Robin se quedó en casa con un justificativo de enfermedad, pues aún seguía bastante afectada por lo que vivió en la fiesta de Halloween.

En cuanto los betas comenzaron a avanzar por el pasillo principal de la escuela, pudieron escuchar gracias a su super oído a el resto de la población estudiantil murmurar sobre el incidente de la pelirroja, riéndose por lo bajo de ella, lo que molestó enormemente a los cinco lobos.

—Las desgraciadas corrieron la voz.— dijo Maddy molesta y en voz baja, sabiendo que sus amigos no tendrían problemas en escucharla.

—Tenemos que hacer algo.— dijo Dean en apoyo a su amiga rubia, viendo ambos de reojo a sus compañeros.

—No podemos.— respondió Dominic, viendo el descontento del par de betas— Nos prohibieron hacerles daño.— les recordó, escuchándolos bufar.

—No tenemos que hacerles daño, sólo... tal vez asustarlas para que aprendan a cerrar la boca.— propuso Christine enganchando su brazo con el de Maddy, que asintió al igual que Dean ante la idea.

—Sí, darles una lección para que entiendan que deben meterse con nosotros.— les apoyó Rasmus.

—Ya veremos.— dijo Dominic como respuesta y con una expresión neutra en su rostro, a lo que sus amigos suspiraron y se despidieron con un movimiento de mano, para luego separarse e irse cada quien por su lado a su primera clase del día.



Dalton se encontraba sentado en medio de un círculo hecho con veinte velas rojas encendidas, y practicaba su control sobre sus poderes de chispa, sintiéndose frustrado cada vez que estos salían disparados como una ráfaga a su alrededor, extinguiendo las llamas en el proceso. Al ver que sólo dos de las velas seguían parcialmente encendidas, soltó un gruñido bajo, poniéndose de pie.

—Concéntrate, y no te enojes.— le habló Deaton, entregándole una caja de fósforos para que volviera a encender las velas— Si no estás calmado, se te hará más difícil.

—Lo intento. Pero es demasiado complicado.— respondió en menor frustrado, agachándose para comenzar a encender las velas— No es como los poderes de hombre lobo, la chispa no me hace caso.— dice, sentándose nuevamente en el suelo— No sé si pueda hacerlo.

—Sé que puedes.— dijo el hombre con una pequeña sonrisa en sus labios— Eres un niño talentoso, tanto como tu padre cuando era joven.

—Pero no soy mi papá.— dijo algo desanimado, terminando de encender las últimas tres velas— Apuesto a que él no tenía este tipo de problemas.

—Oh, claro que los tenía.— respondió el druida, despertando la curiosidad del chico— Stiles es una de las chispas más poderosas que ha existido, y eso fue desde el momento en que descubrió sus poderes, que eran tan fuertes, que resultaban inestables. Muchas veces se lastimó usándolos, y le tomó mucho tiempo mantenerlos bajo control y aprender a usarlos de manera segura.— le contó— Él sería mejor maestro que yo, las chispas se entienden entre sí.

—Pero usted le enseñó todo lo que sabe.— comentó el chico guardando la caja de fósforos en su bolsillo.

—Sólo lo básico.— respondió el druida con simpleza— El resto lo aprendió de los hechiceros que conoció en Nueva York, y de las hechiceras y brujas de Nueva Orleans.— le contó— Inténtalo otra vez.— le pidió con más seriedad, y él chico asintió obediente.

HIJO DE UNA CHISPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora