Capítulo 32: Antes de que me vaya

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Al terminar con su entrenamiento, Dalton guardó sus cosas en su mochila, enviándole un mensaje a Dominic para que lo recogiera, y éste no tardó mucho en ir por él a la veterinaria.

—Ya llegaron por mí.— le informa a Deaton parado tras el mostrador de la recepción escribiendo en una libreta, mientras que se colgaba la mochila en un hombro— Nos vemos, Sr. Deaton.— se despide, recibiendo como respuesta un ligero movimiento de cabeza de parte del hombro, así que simplemente sale del lugar, viendo con una sonrisa a Dominic esperándolo afuera de su auto.

—Hola, castaño.

—Hola, pelirrojo.— le saludó sonriendo igualmente, acercándose a él, recibiendo un cálido abrazo una vez lo enfrente, quedando bastante cerca el uno del otro al separarse— ¿Vamos?

—Sí.— ambos suben al auto, y una vez habiéndose puesto los cinturones, iniciaron el recorrido de regreso a la casa, en el cual compartían ocasionalmente miradas y sonrisas cómplices. Dominic nota como Dalton parece más animado que el día anterior, lo que le desconcierta pero a la vez le alegra bastante— ¿Pasó algo bueno durante el entrenamiento?

—Sí.— le contestó rápidamente con una amplia sonrisa— Al fin pude hacer algo que es- Te mostraré cuando no estemos en un auto en movimiento.

—De acuerdo.— dice feliz, tomándolo de la mano, y Dalton en respuesta entrelazó sus dedos.


Al llegar a la casa, apenas cruzaron el umbral ambos pudieron oler lo que parecía ser carne a la olla y pan recién hecho, además de música proveniente de la cocina, así que se acercaron a ver qué ocurría, encontrándose con las tres betas de la manada cocinando.

—Oh, hola.— los saludó Christine con una sonrisa, con el rostro y el cabello repleto de harina— ¿Cómo les fue en el entrenamiento?

—Bien. No hubo ningún accidente.— respondió Dalton bajando su mochila— ¿Qué están haciendo?

—Teníamos hambre, pero no queríamos ir a la tienda, así que Dean cazó unos conejos, y a Maddy se le ocurrió hacer sándwiches de carne. Así que en eso estamos, haciendo pan casero y carne de conejo a la olla con todas especias e ingredientes que teníamos para sazonar.— dijo Robin aplastando un poco de masa sobre una tabla de madera.

—Abran paso.— pidió Maddy pasando entre ambas chicas con una bandeja metálica con pan recién hecho, para dejarla en el mesón de la cocina, ante la mirada impresionada del joven alfa, que observaba fascinado los redondos y dorados panes hechos por sus betas.

—¿Y dónde está Dean?— pregunta Dominic acercándose a ver los panes, estirando la mano para tomar uno, pero recibiendo un manotazo de parte del castaño para que no lo hiciera.

—Él y Rasmus fueron a comprar bebidas, ya no deben tardar.— contestó la pequeña pelirroja con una sonrisa, a lo que ambos chicos alzaron una ceja. ¿No estaban cocinando para no tener que ir a la tienda?

—¿Quieren ayuda?— preguntó el castaño remangándose, a lo que las chicas sonríen y asintiendo le hacen un espacio en la cocina, así que rápidamente se lavó las manos y se acercó a ellas para poder terminar de preparar todo para lo que sería la cena de esa noche.

Luego de que Dean y Rasmus regresaran, los sándwiches estuvieron listos y los siete se sentaron frente a la televisión para poder disfrutar de una película mientras comían. Una vez que terminaron de comer y ver lo que acabó siendo una trilogía, se fueron a dormir, pues aunque no estaban cansados, al día siguiente debían asistir a clases temprano.

Dalton en su cama se quedó despierto pensando cómo llevaría a cabo su plan. Quiere tener la oportunidad de disfrutar de toda su manada y familia mientras siga con ellos, y que ellos fueran felices el tiempo que les quedara juntos. Decide que lo hará después de acción de gracias, pues no quisiera perderse una última instancia de compartir un momento con toda su familia en un solo lugar.

HIJO DE UNA CHISPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora