Capítulo 39

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El mensaje que le mandó Rosé por la noche, además de llegar con mucho retraso ya que Lisa había estado pendiente del teléfono toda la tarde, no fue especialmente esclarecedor, pues simplemente contenía un triste «Jennie está bien».

Suponía que no podía quejarse, pues aunque no sabía exactamente por qué, la hermana de Jennie la odiaba tanto.

Que se hubiera molestado en escribir ese mensaje y mandarlo ya era mucho.

Aprovechando que ahora sí tenía su número, le mandó un par de mensajes, intentando que fuera algo más explícita, pero no hubo respuesta.

También probó suerte con el teléfono de Jennie, mandándole un par de mensajes y tampoco tuvo suerte con ese método, así que a la mañana siguiente, a eso de las doce para no parecer demasiado desesperada pero sin poder contener más su preocupación, se presentó en la sede del banco y subió hasta el despacho de su padre.

La puerta estaba cerrada y tocó con los nudillos.

―Adelante ―dijo alguien, pero no era la voz de Jennie que esperaba sino la de su padre.

Abrió el acceso y vio que la mesa de Jennie aún estaba vacía y con el ordenador apagado.

―Estoy aquí dentro ―anunció Marco, y Lisa fue hasta el despacho interior, que sí tenía la puerta abierta―. Ah, has sido tú, hola, hija. ¿Qué te trae por aquí?

―¿Y Jennie?

―Hoy no ha venido a trabajar.

―¿Por qué?

―No lo sé, se ha cogido un día libre porque tiene que resolver algunos asuntos personales. ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?

―Eso quería saber yo, qué ha pasado ―interrogó Lisa aún molesta.

Su padre miró a su hija frunciendo el ceño ligeramente.
―No sé de qué me hablas Lisa.

―Ayer a Jennie le pasó algo en esta oficina. No sé qué, pero me lo vas a decir tú, ¿A que sí?

―Si me estás acusando de algo, Lisa, estás muy equivocada. Yo ayer no estuve aquí.

―Jennie salió ayer muy alterada de aquí y hoy no ha venido a trabajar, ¿De verdad quieres que me crea que tú no sabes nada al respecto?

―El año pasado también tomó un día libre para asuntos personales este día, así que supongo que será algo muy personal. Un cumpleaños, una revisión médica anual… no lo sé. Por eso no me ha parecido nada extraño que hoy se pidiera libre.

De hecho, me lo avisó hace una semana, así que es imposible que tenga nada que ver con lo que fuera que pasó ayer, que, insisto,no tengo ni idea de qué fue. Pregúntale a Nick si quieres. Él sí estaba aquí ayer.

―¿No estaba de baja por el golpe?

―Ayer volvió al trabajo y estuvo un rato. Ha pasado a verme hace no mucho, así que a lo mejor aún lo encuentras en su despacho. Quizá él pueda decirte qué pasó.

―De acuerdo, voy a verlo.

―Si te enteras de algo, dímelo, pero estoy seguro de que no fue nada. Ya sabes los empleados por todo se quejan.

Lisa salió del despacho de su padre y fue hasta donde estaba su hermano.

Lo encontró hablando por teléfono con alguien y se sentó en la silla que había libre frente al escritorio mientras esperaba a que terminara con la llamada.

Tardó casi tres minutos, 180 segundos en los que Lisa se fue impacientando más y más.

―Hermana, ¿Cómo tú por aquí? Este ambiente de trabajo no te pega para nada.

Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora