Capítulo 16

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Lisa se despertó con Luz y Jay saltando en su cama.

―No, no ―suplicaba una voz―, deténgase, pequeños. Por favor. No despierten a su tía.

―¿Que sucede? ―preguntó Lisa, mirando alrededor sobresaltada.

―Nos vamos, tía ―dijo Luz, lanzándose sobre su pecho y dejándola sin aliento.

―¿A dónde? ―interrogó Lisa cuando pudo volver a meter aire en sus pulmones.

―A natación.

Lisa se incorporó y se encontró con una chica a los pies de su cama. La mujer apartó la mirada, avergonzada, al ver que Lisa dormía con poca ropa.

―¿Eres… ―hizo memoria― Mika?

―Sí, señorita.

―¿Vas a llevarlos tú a natación?

―Sí, señorita.

Lisa salió de la cama y se puso rápidamente su ropa para que la chica pudiera mirarla cuando hablaba.

Mientras tanto Luz y Jay seguían saltando en la cama.

―Niños, bajen de ahí. En las camas no se salta ―ordenó Lisa―. ¿Ya desayunaron?

―Ya desayunaron, sí ―asintió la asistenta―. Nos íbamos a ir ya mismito, pero los niños me dijeron que estaba si tía aquí y pensé que sería mejor avisarle para que al despertar no se asustara.

―Muchas gracias. Mi hermana sabe que se los lleva, ¿Verdad?

―Por supuesto. Todos los sábados vengo y los llevo a la piscina.

―Estupendo. Bueno, pues pasenla bien, niños. ―Le dio un beso en la cabeza a Luz y otro a Jat―. ¿Lucas también va?

―Sí, está abajo esperando.

―Muy bien.

Los niños bajaron corriendo las escaleras y Lisa los siguió, aunque a la velocidad que iban, para cuando su tía puso un pie en la planta baja ellos ya estaban montados en el coche.

Lisa se dirigió a la cocina y lo husmeó todo hasta dar con lo necesario para preparar un desayuno doble.

Cuando estuvo listo todo, lo colocó en una bandeja y subió a la habitación de su hermana, que no presentaba el mejor de sus aspectos allí tirada en la cama, con el maquillaje corrido.

Levantó las persianas para que entrara luz y sin que ella dijera nada, su hermana comenzó a gruñir.

Se revolvió hasta quedar de espaldas a la luz, pero entonces se la oyó olfatear y, con ojos negros por el rímel, se giró hacia Lisa.
―¿Eso es café?

―Te he traído el desayuno hermana. Bueno, nos lo he traído a las dos, que si me haces hueco en la cama, desayuno yo también.

Como una serpiente, su hermana reptó hasta el otro lado del lecho, dejándole espacio.

Lisa, que iba descalza de serie, se sentó en la cama con las piernas cruzadas y colocó la bandeja entre ambas.

―Dios mío, eres increíble. Eres la primera persona que me trae el desayuno a la cama, qué lástima que seas mi hermana.

―Come y calla, que te vendrá bien para la resaca.

Su hermana le hizo caso y devoró una tostada con queso de untar y mermelada en un santiamén.

Lisa, dándose cuenta también del desayuno, la observó, y cuando la vio comer con menos ansias, interrogó:
―Bueno, ¿Y qué se celebraba ayer?

―Nada en particular, noche de amigas.

―Llegaste bastante tomada. Te trajo Jennie y tuve que ayudarla a subirte por las escaleras.

―Jennie, qué cielo de chica.

―Sí. ¿Y siempre que tienes una noche de amigas bebes tanto?

―¿Y a ti qué te interesa Lisa? ―interrogó su hermana a la defensiva.

―Hermana ya no tienes dieciocho años.

De hecho tenía treinta y dos, estaba casada y tenía tres hijos a su cargo.

―Te agradezco el desayuno Lisa, pero no voy a aceptar que le des una charlita a tu hermana mayor.

―¿Qué sucede en tu matrimonio?

Notó que su hermana giraba con brusquedad el rostro para mirarla, pero Lisa fingió no darse cuenta y siguió comiéndose tranquilamente su tostada.

―En mi matrimonio, con mi esposo no me pasa nada. ¿Por qué preguntas?

―Ayer contaste algunas cosas ―Dijo Lisa.

Su hermana solo había dicho que no tenía suerte con las relaciones, pero quizá si Lisa le hacía creer que había contado más de lo que realmente había contado, tendría menos reparos en hablar.

―¿Qué cosas dije?

―Sobre tú relación. No va demasiado bien, ¿No es así? Puedes contármelo, soy tu hermana favorita, la que te trae el desayuno a la cama después de una resaca.

―¿Y para qué quieres que te lo cuente, si no hay nada que puedas hacer Lisa? ―interrogó ella de mal modo, dejando lo que le quedaba de una tostada en la bandeja.

―¿Y beber sí ayuda?

―Al menos mientras bebo me la paso bien. Voy a darme una ducha.

Y sin darle tiempo a responder, se puso de pie y se encerró en el cuarto de baño que tenía en la habitación.

Lisa suspiró y se metió en la boca el trozo de pan que su hermana había desechado. Odiaba que se tirara comida.

Pensó en si esperar allí en el mismo lugar a que su hermana saliera de la ducha para abordarla de nuevo, pero se dijo que era mejor no forzar la situación y salió del cuarto.

Tras dejar las cosas en la cocina, subió a la habitación de invitadas e hizo la cama.

Cogió su teléfono para ver si tenía algún aviso y le sorprendió a ella ver que tenía un mensaje de Jennie.

Abrió el mensaje y vio que era de la noche anterior, casi una hora después de que Jennie se marchara. Decía: «Te adjunto la foto por si quieres conservar la obra de arte de tu sobrina. Yo procedo a borrarla, no vaya a ser que caiga en malas manos y hunda tu carrera.»

Miró la foto. Estaba muy diferente, y también muy graciosa.

Tras pensár un instante, decidió reenviarle la foto y escribir: «No deberías borrar algo que te hace reír tanto. Aquí tienes de nuevo la foto, para que la mires cuando estés triste y te eches unas risas a mi salud.»

Acababa de enviar el mensaje cuando su hermana entró en la habitación.

Parecía una persona de nuevo, sin el estropicio del maquillaje y con el cabello húmedo recogido en una coleta.
―¿Has hecho tú la cama? No tendrías por qué. Mika se hubiera encargado.

―Estoy acostumbrada a ocuparme yo misma de todas mis cosas ―respondió Lisa simplemente―. ¿Te sientes mejor después de la ducha?

―Mucho mejor, sí.

Lisa no dijo nada, decidida a que fuera su hermana la que, en caso de querer hablar del tema, lo sacara para poder hablar las dos.....

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Gracias por leer ✨

Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora