Capítulo 42

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Cuando llegó a su casa, Rosé ya estaba acostada y durmiendo.

Fue a colocarle correctamente la sábana para que esté bien abrigada y cerró la puerta al salir de la habitación.

Cerró correctamente todas las puertas porque si intentaba dormirse con aquella moto en el cuarto de enfrente se pasaría la noche contando ovejas, y de verdad que necesitaba dormir para dejar de pensar y olvidarse, al menos durante un rato, de su miserable vida.

El enfrentamiento con Lisa la había dejado hundida y había tardado más de la cuenta en llegar a casa porque en varias ocasiones había tenido que orillar el carro para asegurarse de que no se estrellaba por las lágrimas que velaban sus ojos.

Se desvistió, desmaquilló, al mirarse al espejo, se preguntó quién era, en qué se había convertido.

Se había convertido ¿En alguien con el corazón podrido como le había dicho Lisa? Probablemente. Su corazón no era el que solía ser desde la muerte de su padre. En aquel trágico momento había empezado todo, lo sabía.

Se metió en la cama queriendo apartar de su mente todos aquellos pensamientos pero sabiendo que no iba a conseguirlo.

Con toda probabilidad le esperaba una noche en vela, aunque no sería la primera, ni la décima.

De hecho, ¿Había dormido alguna vez bien desde que todo aquello comenzara?

El breve sonido del timbre la sobresaltó cuando llevaba unos veinte minutos en la cama.

¿Quién sería a aquellas horas? Puesto que estaba despierta, se animó a salir sigilosamente y a acercarse a la puerta.

Al pasar junto a la habitación de su hermana, la oyó dormir profundamente.

A ver si iba a ser verdad que se había quedado durmiendo sin darse cuenta y había soñado que el timbre sonaba..

Pero no, unos golpes sobre la puerta le confirmaron que no había sido producto de su imaginación.

Se acercó sin hacer ruido a la entrada y se inclinó para mirar por la mirilla, suponiendo que sería una vecina que o bien tenía una emergencia o que con la borrachera no reconocía cuál era su casa.

Lo que vio, por la puerta, hizo que su corazón se saltara un latido.
¡Lisa!

Temblando y con la boca seca, abrió la puerta.
―¿Qué haces aquí?

Lisa empujó suavemente la hoja de madera para terminar de abrir el acceso, pues Jennie lo había abierto menos de un palmo

―Jennie siento haberte gritado en la fiesta.

―No importa ―dijo Jennie.
La miró preocupada y completamente desconcertada.

―Sí que importa, perdóname Jennie ―suplicó Lisa.

En su rostro ya no había rabia; en realidad, parecía descompuesta por la culpabilidad.
―Te perdono Lisa.

Lisa alzó una mano y rozó con ella el brazo de Jennie a la altura del codo.

Fue subiendo lentamente, acariciando con la yema de los dedos su piel hasta llegar al hombro.

Jennie la observó, confundida, y sintió el calor trepar por su brazo a la par que lo hacían los dedos de Lisa.

Lisa pasó a acariciarle el cuello, después la mandíbula y finalmente los labios.

Jennie cerró los ojos, temblando; Una lágrima escapó de su ojo derecho.

¿Aquella era la forma de Lisa de decirle adiós?

¿Había ido hasta allí para despedirse sin gritos? Pero antes estaba tan molesta…..

Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora