Capítulo 49

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Encontrar a Jisoo iba a ser una misión imposible.

Lisa había empezado el día con entusiasmo, con el extraño convencimiento de que, pese a lo complicada que iba a ser la misión de encontrar a Jisoo, iba a conseguir su objetivo.

Su humor fue torciéndose conforme se dio cuenta de todo el tiempo que perdía en ir de una tienda a otra y en hacer las preguntas pertinentes para saber si la Jisoo que buscaba trabajaba allí o no.

Lo único bueno de todo aquel asunto era que Jisoo no era un nombre demasiado común y en muchas de las tiendas recibía un rotundo «No trabaja aquí» al instante.

Si la amiguita de Jennie se hubiera llamado con un nombre común, hubiera tenido que entrevistarse con media ciudad.

Las preguntas no podía ahorrárselas, pero sí el tiempo que gastaba en ir andando de una tienda a otra, así que durante la comida, y aprovechando las horas en que las tiendas estaban cerradas, volvió a casa de su padre y buscó las llaves de una de las motos que Nick guardaba en la cochera familiar.

Que ella supiera, su hermano tenía tres motos de alta cilindrada y tres carros.

Dos de los carros, el Porsche que había compartido con Jennie y un BMW, los guardaba en la cochera de su propia casa, pero no tenía espacio para los demás, así que les había buscado un hueco en casa de su padre, que tenía un sótano mucho más amplio.

Los de la Hacienda Bancaria no se habían llevado ni uno de los vehículos que acogía aquella cochera, aunque estaba segura que habrían tomado nota de los modelos para después cotejar información.

¿Habría declarado su padre la compra de aquel auto Chrysler clásico?

¿Y del AUDI que parecía totalmente nuevo?

Estaba segura que su hermano casi  no habría declarado lo que tenía en propiedades y más el Porsche, pues si se lo habían regalado como le había dicho Jennie, ¿Por qué no callárselo y ahorrarse un buen problema?

Se decantó por la moto más discreta de las tres y tras dar con las llaves que conseguían despertar su motor, comió con toda la tranquilidad que pudo.

Su padre estaba en casa. Seguía yendo a la oficina para aparentar normalidad, pero ahora pasaba mucho más tiempo en casa, pues casi todas sus reuniones se habían cancelado: Nada de nuevos negocios hasta que se supiera cuál iba a ser su situación judicial y económica en un futuro cercano.

Lisa se dio cuenta de que estaba todavía más taciturno que de costumbre y preguntó:
―¿Hay algo nuevo papá?

―Nada, todo cada vez es peor.

―Te veo… muy molesto por la situación.

―¿Y cómo quieres que esté Lisa? ¿Sonriente? ¿Quieres que te cuente un chiste hija? ―Al no obtener respuesta de su hija, suspiró―. Disculpa hija.

Hoy ha habido una concentración delante de las oficinas.

Preferentistas, afectados por la hipoteca e indignados en general desgañitándose y poniéndonos a parir.

No te negaré hija que son ingeniosos con sus eslóganes; En otras circunstancias los contrataría como asesores de marketing.

Pero hoy me han producido un dolor terrible de cabeza.

Y encima casi había más periodistas que manifestantes.

Se están dando un festín con nuestra familia. Van a tener material para sus artículos y programas para rato.

―Hasta que salte el próximo escándalo mundial.

―Sí, hija. Espero que no tarde mucho en llegar ese escándalo. Quizá pronto salgan artículos de la farándula ―bromeó Marco―. O tal vez se descubra que otro partido ha estado financiándose irregularmente. Algo como eso sí que conseguiría eclipsar lo nuestro, pues un banquero, a fin de cuentas se supone que trabaja en esto para lucrarse, pero un político o socialistas deberían servirle al pueblo, no chuparles la sangre.

―Pues ya sabes, reza para que algo así se destape papá.

―¿Rezar? Lo cierto es que solo necesitaría tirar de unos pocos trapos sucios. En este mundillo, todos sabemos de qué pie cojean las personas del poder.

―¿Y por qué no lo haces papá? ―preguntó Lisa, curiosa.

Si su padre estaba tan desesperado por quitar el foco de atención pública de encima de su familia….

―Hija, porque en este mundo, lo más importante es tener amigos. Buenos amigos.

Antes de que todo esto se resuelva, probablemente necesitaré pedir favores a esa gente y más me vale tenerlos de mi lado y en las posiciones que ocupan.

Pero créeme Lisa, si necesito a esos amigos y me dan la espalda… aquí nos hundimos todos, caigo yo y todos se van conmigo.

Luego de la conversación con su padre, Lisa calculó que las tiendas estaban a punto de abrir de nuevo, cogió la moto y se dirigió hacia su siguiente candidata.

De forma deliberada había empezado su búsqueda con las tiendas que quedaban más cerca de la casa de Jennie, pero cada vez se alejaba más.

Por suerte, ahora con la moto podía ir mucho más rápido de una a otra, pues aparcaba de cualquier manera frente a la puerta, entraba, decía «Me gustaría hablar con Jisoo» y cuando le contestaban «¿Qué Jisoo?» o «Aquí no trabaja ningúna Jisoo» daba las gracias y se marchaba por donde había venido.

Y así una y otra vez.

Casi treinta tiendas le dio tiempo a visitar aquel día, y en ninguna trabajaba una Jisoo.

Se acostó aquella noche agotada y frustrada.

¿Y si todo aquello era en vano? ¿Y si Jisoo ya se había ido con Jennie?

En su cama, sola, a oscuras, le resultaba muy fácil imaginárse a las dos chicas tomando el sol en un país sin extradición, abanicándose con billetes de quinientos que le sobrarían porque, según las últimas noticias de Marco, del banco y de sus propias cuentas no faltaban veinte millones de dólares sino cien millones de dólares.

¡Cien millones! Eso se llamaba avaricia y lo demás era tontería.

Cierto era que ese dinero, o al menos buena parte del dinero, había estado engordando las cuentas de su padre y aquello también era injustificable, y más siendo todo aquel capital de fuentes más que cuestionables, como había sacado a relucir Jennie con sus filtraciones.

Pero lo que a Lisa le fastidiaba era que Jennie, la que quería hacer las cosas bien, tener un nuevo comienzo, se hubiera embolsado aquella cantidad sin tan siquiera pestañear.

¿Cómo había podido confiar en Jennie? ¿¡Cómo pudo ser tan ingenua al creerle!?

Al día siguiente, sola repitió su búsqueda con el mismo resultado.

Nada. Ninguna Jisoo.

Bueno, sí, hubo una, pero en cuanto Lisa dijo «Joven chica, alta, delgada» La joven de la tienda le contestó «Nuestro Jisoo no es tan alta», así que no hizo falta ni que la susodicha saliera del taller.

Terminó el día completamente desmotivada.

Aquello era una tontería, porque además ¿Qué le iba a decir a Jisoo si la encontraba?

¿Qué quería conseguir viéndola cara a cara?

¿Pensaba acusarla de ser cómplice de Jennie Kim? No tenía pruebas...

Lisa se durmió pensando en que no ganaba nada encontrándola.

Sin embargo, al día siguiente, después de reunirse por la mañana con un grupo de médicos y enfermeras que estaban interesados en colaborar con su ONG en los próximos meses, se alistó, comió y se montó en la moto de Nick.

Quería respuestas, y eso precisamente era lo que buscaba de Jisoo.

Sea como sea la encontraría, así sea debajo de las piedras.

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Gracias por leer ✨

Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora