Capítulo 45

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Al día siguiente empezaba una nueva semana, la última que pasarían en el mismo país hasta que Jennie terminara de trabajar para Marco.

No habían concretado fechas todavía, pero Jennie le había dicho que no esperaría hasta que la Hacienda comenzara a hurgar en los trapos sucios de Marco y que en cuanto cerrara algunos temas que todavía tenía abiertos, dejaría de trabajar para el Banco Manoban y abandonaría el país.

Alfín se marcharía lejos con ella, a empezar juntas su punto y aparte, su nuevo comienzo.

Lisa no cabía en sí de alegría y en la última semana que pasaría en el país de su padre tenía pensado recabar toda la información que necesitaba para comenzar con su proyecto de un banco de microcréditos de manera Internacional.

Su etapa de pedir dinero para caridad se había acabado y el cheque de su padre era el último donativo de Banco Manoban que iba a hacer efectivo en su vida.

Cuando comió con Jennie ese día, no podía ni imaginar que la situación iba a dar un giro de 180 grados esa misma noche.

Como habían quedado, Lisa fue a su casa para cenar con Jennie, pero nada más oír su voz a través del intercomunicador supo que algo iba mal.

Subió las escaleras a paso normal, pero preguntándose qué podría haber pasado para que Jennie, con un simple «¿Sí?» le hubiera sonado tan agitada.

Cuando llegó al piso, empujó la puerta que estaba entornada.

Se le hizo raro a Lisa entrar en la casa con el recibidor vacío y la llamó en voz alta para saber dónde estaba.

―Tienes que llevarme al aeropuerto Lisa ―fue la respuesta de su chica, que apareció por el pasillo arrastrando dos pesadas maletas.

―¿Qué? ¿Cómo? ¿A dónde vas Jennie?

―A donde sea que vaya el primer vuelo con plazas libres.

―¿Qué ha pasado?

―He de salir del país.

―¿Pero qué ha pasado?

―Van por tu padre, lo van a destapar todo. Todo. He de salir del país en este mismo instante.

―Tengo que llamar a…..

Lisa echó mano al bolsillo para coger su teléfono, pero Jennie la retuvo.

―No hay tiempo. Llévame al aeropuerto primero o cojo un taxi.

―No, no Jennie, te llevo yo. Vamos.

Jennie tenía un carro pequeño en el que solo cabía una maleta en el maletero.

Por suerte, los asientos de atrás iban vacíos, así que colocó allí su segunda maleta.

Condujo Lisa, aunque le hubiera gustado que condujera Jennie, pues le resultaba imposible concentrarse en la conducción e interrogarla a la vez por lo nerviosa que estaba.

Casi estaba más alterada que ella, que ya era decir, pues la boca de Jennie no dejaba de barbotear palabras como alzamiento de bienes, blanqueo de capitales y fraude fiscal.

Cuando llegaron al aeropuerto, miraron el panel de próximas salidas y se dirigieron a la taquilla de la aerolínea que tenía un vuelo que salía en media hora.

Era un vuelo a Canadá, y le salió tirado de precio por ser una compra de última hora.

Jennie abrió su bolso para pagar y en lugar de abrir el monedero, cogió un sobre.

Lisa pudo ver el contenido pese a que Jennie no llegó a sacarlo del bolso: Un fajo de billetes de cincuenta.

Buscó la mirada de Jennie, confundida, ¿Había tenido eso en casa todo el rato? ¿Qué lo había usado, de almohada?

Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora