Capítulo 46

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Marco se había equivocado.

La policía no estaba registrando simultáneamente su casa y su despacho, los agentes de Aduanas, dependientes de la Agencia Tributaria y asistidos por la Policía Nacional, registraron a la vez varios domicilios, entre ellos el de Marco, el de su hijo Nick y el de otros miembros de la ejecutiva del banco.

Tras el registro, que duró tres horas en el caso de la casa de Marco, la policía lo escoltó hasta las oficinas del banco y allí, con él siempre presente, registraron su despacho.

Confiscaron archivadores enteros de documentos que sacaron en cajas y se llevaron tanto la torre con la que Jennie trabajaba como el portátil de Marco.

Casi a la una de la madrugada, el banquero regresó a casa en libertad con policías siguiéndolo por orden del juez, pero con el pasaporte totalmente confiscado.

En la puerta de su hogar lo esperaba una maraña de periodistas que trató de ignorar lo mejor que pudo. La única declaración que hizo fue:
―Confío en que la Justicia haga su trabajo y todo esto se aclare lo antes posible.

Al entrar en casa, vio que toda su familia estaba allí reunida.

Su hija mayor con su esposo, también estaba su hija menor Lisa e incluso Nick, que había ido a casa de su padre en cuanto terminó el registro en su propio domicilio.

Comenzaron a lloverle preguntas nada más entrar, al igual que le había ocurrido con los periodistas, pero él las obvió todas y le preguntó a Lisa molesto:
―¿Qué narices ha pasado con Jennie? ¿A dónde se ha ido? ¿Cómo que estaba en el aeropuerto antes de que yo supiera que el juez había firmado una orden de registro para mí familia?

―No… no lo sé papá. Fui a su casa y me dijo que la llevara al aeropuerto.

Supuse que tú la habías avisado y que era parte del plan de ustedes.

―¡Esa chica, me la ha jugado, joder! ¡Me la ha jugado!¿Que diablos haré ahora?

Marco furioso, golpeó el carísimo jarrón que decoraba la entrada y que se hizo añicos al tocar el suelo.

―¡La policía sabe demasiado! Tarde o temprano nos arrestaran.

Sus amigos le habían avisado hacía varias semanas de que la Agencia Tributaria lo estaba investigando a través de su Servicio Ejecutivo de Prevención de Blanqueo de Capitales porque había cosas en su declaración de la renta que no cuadraban, pero en el registro de esa noche buscaban otra cosa, irregularidades en la gestión del banco.

Los investigadores iban a intentar acusarle de malversación de fondos, de fraude fiscal, alzamiento de bienes y a saber de qué más.

Y era más que culpable en todos ellos, la duda era si el juez conseguiría las pruebas necesarias para culparlo totalmente.

―¡Lisa localízame a Jennie, ya en este momento!

El teléfono de Nick comenzó a sonar y todos se giraron hacia él.

Lisa sabía que era muy improbable que Jennie llamara a su hermano en lugar de a ella, pero aun así la idea se le cruzó por la cabeza, al igual que al resto depresentes.

―Es San ―anunció Nick y descolgó el teléfono, apartándose un poco de ellos.

Los demás parecían saber quién era el tal San, pero Lisa no tenía ni idea.

Por suerte, no tardó en enterarse, pues su hermano estaba de vuelta en apenas dos minutos. Venía con la cara transpuesta.

―Es público, lo saben todos los medios de comunicación. Estamos en el ojo público.

―Claro, ¿Es que no has visto a todos los periodistas en la puerta?

―No, lo saben todo. San me ha dicho que una fuente anónima les ha hecho llegar un montón de información confidencial.

A él y al resto de medios. Esto es imparable, alguien nos traicionó de la peor manera posible.

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Lisa se presentó de buena mañana en casa de Jennie y comenzó a aporrear la puerta.

Sabía que Jennie ya no estaría allí, pero sí que estaría Rosé, con la que pensaba hablar largo y tendido.

Jennie le había dicho que su hermana no sabía nada de lo que tramaba, y ahora se daba cuenta de que ella misma tampoco, pero Lisa no se creía que no le hubiera dicho a su hermana dónde iba a ir o, al menos, cómo podría localizarla ahora que su número de móvil había dejado de existir.

―¡Otra vez tú niña! Voy a llamar a la policía. ¿No crees que eres bastante mayorcita para estar todo el día dándole porrazos a las puertas?

Lisa se giró hacia la anciana de la puerta de al lado.

En aquella ocasión iba con los rulos puestos y camisón blanco.

―¿Ha visto a Rosé, señora?

―¿Ahora preguntas por la hermana y no por Jennie?

―¿La ha visto o no?

―¡Qué malos modos, hija! Así no te contestó.

Y la anciana cerró la puerta.

Suspirando e intentando tranquilizarse, se acercó hasta la hoja de madera tras la que había desaparecido la anciana y tocó.

―¿Ahora toca que intentes derribar mi puerta? ―preguntó abriendo.

―Discúlpeme señora, es que es muy urgente que encuentre a Rosé. ¿La ha visto?

―Sí, anoche.

―Entonces está en casa.

―No, se marchaba con unas maletas. Se despidió de mí, me dijo que se iba de viaje.

Lisa sintió que se tambaleaba. ¿De viaje el mismo día que su hermana se daba a la fuga? Demasiada casualidad.

Rosé estaba en el algo de seguro.

―¿Sabe para cuánto tiempo se marchó?

―No, hija, no soy tan cotilla.

―Gracias y disculpe señora.

Lisa se dirigió al supermercado, necesitaba respuestas y nadie podía dárselas salvo la gente del entorno de Jennie, que ahora se daba cuenta de que era ridículamente pequeño.

No tenía padres y de familia solo conocía a Rosé.

Nada de tías, ni primas, ni abuelas.

Cuando se ausentó del trabajo le habían dicho que ella y Rosé se habían ido al pueblo, ¿Pero qué pueblo?

En el expediente que Marco tenía de ella y que habían diseccionado durante la madrugada, se suponía que había nacido en Corea.

Dejando a un lado la familia, nunca le había hablado de amigas más allá de su hermana y las amigas de esta, ahora, cobraba especial importancia lo que Jennie le decía que fueran «Las amigas de tu hermana» y no «mis amigas».

No había nadie más que pudiera hablarle de Jennie.

Bueno sí, una persona más, estaba la tal Jisoo, que supuestamente era una vecina.

Pero Lisa había sospechado desde el principio que no era tal vecina.

Entonces había estado celosa pensando que podía ser una novia o una chica que la pretendía, ahora se daba cuenta de que con toda seguridad estaría involucrada.

Y que probablemente sí fuera su novia.

Una pareja de timadoras, porque eso era Jennie al fin y al cabo, una chica que la engaño y que no podría borrar de su mente...

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Gracias por leer ✨

Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora