Esa tarde Lisa y Jennie la pasaron muy bien paseando por un parque mientras se tomaban de la mano y comían un helado.
Después en el cine felices jugueteando con sus manos mientras veían una película nueva de estreno.
Al rato sin embargo, se pusieron más serias.
―Me gustaría saber un poco más de la chica que te impulsó a abrir la ONG en varias partes del mundo.
―La chica de la fotografía que te comenté.
―Si ―asintió Jennie, intentando sentir respeto y no solo celos por aquella chica que se imaginaba había sido exuberante y había calado hondo en el corazón de Lisa.
―¿Qué quieres saber de ella?
―Pues… ¿Te hablo con sinceridad?
―Por supuesto. Ella siempre fue sincera conmigo.
―No tendrás ningún altar dedicado a ella ni nada por el estilo, ¿Verdad?
Lisa la miró con cara rara y después se rio de lo que decía.
―Lo dices metafóricamente, ¿No?―Sí, no, no sé. Igual algunas personas son como los chinos, que tienen un montón de dioses y hacen altares para cada uno, y los niños que van a tus escuelas le dan las gracias a esa chica por haberte llevado a ti y a tu dinero a su país.
Aquello hizo reír de nuevo a Lisa y Jennie se sintió aliviada, pues si podía tomarse con humor algo relacionado con su antigua novia es que tenía superada la relación.
―En la ONG cada quien decide su religión, algunos no son politeístas, son budistas. Solo le rezan a Buda. Y no, no tengo un altar para la chica de la que te hablé, aunque en los aniversarios de su muerte le pongo velas y hablo con ella y le digo que espero que le guste lo que estoy haciendo por su pueblo. ¿Te molesta que haga eso Jennie?
―No.
―La chica de la que te hablé no era mi novia. Era una muy buena amiga, creo que incluso llegué a estar enamorada de ella mientras la conocía, pero nos dejó y hay que dejarla atrás.
Su muerte fue bastante dolorosa para mí, no voy a mentirte.
En el brote del virus que se la llevó murió mucha gente y ver cómo una enfermedad que en el primer mundo está controlada acaba casi con una aldea entera y con la vida de varias compañeras… Fue duro, sí.
Durante un tiempo dejé todo, me dije que no podía con tanto sufrimiento, con tanto ayudar para nada.
Me regresé a casa de mi papá e intenté ser Lalisa Manoban, digna heredera de los Manoban, pero me di cuenta de que todo lo que hacía estaba vacío.
A mi padre y a mi hermano les parece que todo lo que hacen es de vital importancia.
Ellos viven para conseguir dinero y, no me malinterpretes Jennie, no digo que eso esté mal, pero algo que no haces para ayudar yo lo veo vacío, vacío de sentimientos, vacío de lo que realmente importa.
Cuando estén a punto de morir y les pregunten«¿Qué hicieron con su vida?», dirán «Conseguí tener un yate y un Porsche y treinta inmuebles en las zonas más ricas de todo el mundo» y se sentirán orgullosos de sus logros.
A mí el único logro que me importa es que «Ayudé a que este mundo fuera un poco mejor». O quizá pensar eso sea demasiado de mi parte.
Mejor «Ayudé a mejorar la vida de alguien». ¿Y tú, Jennie, cómo quieres que te recuerden? ¿Cómo quieres verte a ti misma?
―Desde luego, no como una secretaria con varias cuentas en todo el mundo ―respondió Jennie, mirando al frente.
―¿Tienes cuentas en todo el mundo?
―Si, en tres bancos distintos. Dos de tu padre que están a mi nombre y una mía de verdad, que es donde Marco me ingresa todo el dinero que me corresponde por mis servicios.
―¿Y mi padre no podría tener una cuenta numerada y listo? ¿Por qué te mete a ti en esto?
―En las cuentas numeradas, tu nombre real aparece asociado a la cuenta en algún sitio.
En algún documento tiene que aparecer tu nombre. ¿Has oído hablar de la lista Internacional? De ella se han sacado los nombres de un montón de personas con cuentas en todo el mundo.
Pues la consiguió un informático que trabajó en el banco.
La obtuvo del extranjero y ¿Quién puede asegurar que no ocurra algo a más alto nivel, una filtración de documentos donde las cuentas numeradas dejan de ser un número y se desvela quién está detrás?
Es mucho más seguro conseguir a una cabeza de turco. Gran parte de los que aparecen en la lista Internacional son amas de casa que prestan sus nombres.
―¿Tú apareces en la lista?
―La lista solo recoge de 2016 a 2017 Yo entonces no tenía cuentas Internacionales. Y tu padre, por suerte, en el banco de la filtración solo tenía cuentas numeradas.
―¿Por qué te has metido en esto, Jennie? No lo entiendo.
Me contaste lo de tu padre y me costó entender que trabajaras para un banco, pero ahora más todavía.
Me dijiste que querías hacer las cosas bien. ¿Esto es hacer las cosas bien?
Jennie se detuvo y la miró a los ojos con intensidad.
Lisa le sostuvo la mirada, no con agresividad ni censura sino intentando transmitirle seguridad que estaba de su lado, que no la juzgaba, que solo quería entenderla un poco más.
Jennie abrió la boca, pero sus labios se cerraron sin haber pronunciado palabra. Sonrió.
―A partir de ahora haremos las cosas bien, ¿Verdad Lisa?
―Claro que sí Nini.
Las dos se fundieron en un cálido abrazo que no consiguió que Lisa se deshiciera de la sensación de que Jennie se callaba algo, de que todavía tenía mucho que contarle.
La apretó más fuerte contra sí y hundió la nariz en el cabello inhalando profundamente para embriagarse con su olor.
No tenía prisa, se dijo Lisa, Jennie ya se abriría a ella en algún momento, si no ahora, tras su punto y aparte, y su nuevo comienzo, cuando las cosas que la avergonzaban solo fueran un recuerdo, una piedra en el camino que la había hecho caer y tras la cual se había vuelto a levantar.
Sin duda de alguna manera las cosas mejorarían para bien entre las dos.
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Gracias por leer ✨
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Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)
FanficLalisa Manoban es la "oveja blanca" de su familia porque tiene una Organización Social en lugar de trabajar en la empresa de su familia, el Banco Manoban. Ahora está de vuelta en su hogar porque necesita financiación para su proyecto y quiere que su...