Capítulo 35

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―Tengo una idea fabulosa Jennie.

―Lisa tienes que dejar de venir a mi casa a estas horas.

―Trabajas todo el día Jennie, ¿Cuándo voy a poder venir a visitarte?

―Podrías pasar a recogerme al trabajo.

―¿En serio? ¿Puedo?

Jennie se hizo la misma pregunta. ¿Podía? O mejor dicho, ¿Debía? Porque poder claro que podía: Lisa tenía piernas y sabía dónde trabajaba.

―Probablemente no. Pasa, anda. ―Se hizo a un lado, dejando el acceso libre para Lisa―. Me visto en un momento y salimos a tomar algo.

―He pensado que podríamos cenar aquí. He traído para hacer algo. Nada glamuroso, unos sándwiches de pollo. ¿Me enseñas dónde tienes la tostadora?

―Sí, claro, esto… ―Desconcertada, Jennie tardó un poco en girar sobre sí misma para encaminarse hacia la cocina en lugar de hacia el salón―. ¿Estás segura que quieres cenar aquí?

―Claro que sí Jennie. En plan de tranquilidad y algo barato para nuestros bolsillos. ¿Por qué, prefieres que vayamos fuera a comer algo?

―No, no… No sé. Es que esto es… En fin, raro. Pero bueno.

―¿Raro por qué Jennie?

―Pues porque sí. La hija de mi jefe se ofrece a hacerme unos sándwiches de pollo en mi casa. Raro, raro, muy raro.

―No soy la hija de tu jefe ahora.

―¿Ah, no?

―Solo soy Lisa.

―Lalisa Manoban, hija menor de Marco Manoban, dueño del Banco Manoban, para el que casualmente trabajo.

―¿De verdad para ti solo soy la hija menor de tu jefe? ―preguntó Lisa fijando los ojos en los de Jennie, que en la intimidad de su casa eran naturales de nuevo.

―No.

―¿Entonces por qué te escudas en eso para alejarme de tí?

―Porque te irás pronto Lisa. ¿Tan difícil es de entender?

―De entender, No. De aceptar, Sí.

Silencio. Y miradas cargadas de palabras.

―Prométeme que no me besarás otra vez Lisa―dijo finalmente Jennie.

―¿Y eso? ―Lisa intentó sonar divertida, pero lo cierto era que la petición le había provocado una punzada en el corazón―. ¿Tan mal se besar?

―No, sabes que besas muy bien pero. Ya sabes por qué. Solo prométemelo.

―Prometido ―dijo Lisa a regañadientes, cruzando los dedos, pese a que sabía que era lo correcto, que la petición de Jennie no solo era legítima sino también muy razonable.

Jennie siempre era razonable y la admiraba y odiaba a partes iguales por ello.

Lisa quería poder tener su determinación y a la vez deseaba que Jennie se olvidara de todo, se lanzara a sus brazos y se dejara llevar.

Cuando se separaran dolería, pero probablemente en la distancia también dolerían los besos no dados y la intimidad no compartida.

―Y bueno ―dijo Jennie mientras se encargaba de partir queso fresco para los sándwiches de pollo―, ¿Cuál es esa idea fabulosa que tantas ganas tenías de compartir conmigo?

―¿Has oído hablar de Teddy Park?

―¿Debería? ¿Es algún amigo de tu padre?

―No, no. Mi padre no tiene nada que ver. ¿Te suena la empresa The Black Label?

Derritiendo el Frío Corazón de Hielo (Adaptación Jenlisa G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora