Mafia italiana. (3.5 SAP)

Capítulo 22.

Marena.

En verdad me resultó rara la manera en la que Osso insistió para sacarme de la casa, no quería mucho porque en verdad tenía mucho más sueño que ganas de pasear por Sicilia, pero cuando él aseguró que podíamos pasar por helado de nuez algo hizo reaccionar mi estomago porque ansiaba tener uno en mis manos. Solo esperaba que pueda disfrutarlo y no termine vomitando todo como viene sucediendo hace dos semanas.
No imaginé estar embarazada, sobre todo a a mi corta edad, pero lo que antes me asustó ahora es totalmente diferente porque quiero cuidar y proteger a ese pequeño amado intruso que esta en mi interior creciendo.

En una de las visitas a la doctora pude escuchar su corazón, ese fue un antes y después en mi vida porque mi cabeza hizo ese clic que faltaba para darme cuenta las cosas. No estoy sola, si Brandon no lo quiere, no me importa porque hablaría con Rachel y Pía para que puedan ayudarme hasta que sea un poco más independiente económicamente, también se que debo decirle a él, no importa como reaccione debe saberlo porque sigo en peligro y como una buena mamá debo no solo ahora proteger mi vida sino la de mi bebé.

— ¿Puedo llevar más para casa? — le pregunto a Osso

— Claro señora Marena — responde haciéndole señas al hombre que nos prepare tres kilos de helado de nueces.

¡Al fin hay algo que le gusta a mini baby!

Luego de la heladería, Osso mando a uno de los hombres lleve el helado para la mansión mientras dábamos una vuelta por un gran parque. Era lindo sentir libertad, sentirme una chica normal que solo pensaba en que debía terminar la escuela para replantear con seriedad cual seria su futuro, antes quería ser abogada ahora estoy en duda con eso, pero volviendo a mi punto se siente bien pensar que soy libre y no la muñeca de un mafioso.

— Ya es hora de volver, señora — me informa Osso.

Suspirando resignada subo al auto, sabiendo que debía volver a esa gran casa donde últimamente me sentía muy sola, sino fuera por Giovanni que a veces se sentaba hablar conmigo, la mayoría del tiempo estaba sola, demasiado sola.

— Sabe algo, señora — la voz de Osso me hace mirarlo. — el señor Brandon no es un mal muchacho, solo un poco ...

— Idiota — lo interrumpo.

— Puede ser — el guardaespaldas se ríe. — Pero el señor Adriano crío buenos chicos, un poco erráticos, pero en fin ellos saben muy bien el significado de familia, tu bebé será recibido con amor en la familia Salvatore — agrega con tranquilidad.

Quedo sin palabras ante lo que dijo.

— Tú no puedes ....

— Soy el que la acompaña a todos lados, señora, sería ciego si no me diera cuenta que esta embarazada — acota entrando por el gran portón de la mansión Salvatore.

Bajo su auto con rapidez, no podía explicar lo abrumada que estaba porque no quiero que esto se entere Brandon por boca de uno de sus guardaespaldas sino que de la mía. Debo ser la única que se pare delante de él y le diga que será padre, sin importar como reaccione debo decirle.

— Cuidado — Francesco me sostiene antes que caiga al piso por chocar con su cuerpo.

— ¿Pía está aquí? — pregunto.

— ¡Qué linda! — dice divertido. — uno acá deteniendo tu caída y tú preguntando por ella — bromea.

— Lo siento, Francesco. Me hubiera alegrado ver a Pía — reconozco.

— ¿Es decir que no te alegra verme? — inquiere con una de sus cejas enarcadas.

— ¡No! — exclamo. — No lo tomes a mal — le pido avergonzada.