Capítulo 11.

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Marena.

Tenía un raro presentimiento, no se si es mi preocupación por ver a Rachel encerrada en ese pequeño baño del avión vomitando hasta lo poco que ingiere o el hecho que vamos rumbo a Sicilia porque habían pedido que vuelva a esa ciudad.
Todo me preocupa y a veces se me hace difícil no pensar en lo peor, tal vez soy un estorbo para todos, lo cual entiendo, pero si eso sucede no se que será de mí, no puedo volver a donde fue mi casa, no quiero ni estar cerca de mi padre, me liberaron de un estorbo. Se que no debería tener estos pensamientos, solo que cada día me doy más cuenta de lo agradecida que debo ser con Brandon, su familia y la mafia por protegerme como lo hace, ellos salvaron mi vida de algo que si solo pienso siento escalofríos.

Brandon salvo mi vida, nadie me podía hacer pensar diferente.

— ¿Estás segura de que te encuentras bien? — pregunto a Rachel que se siente en asiento enfrente del mio muy pálida.

— No debí comer mariscos anoche — reconoce rescontando su cuerpo.

— Creo que debes ir a ver un doctor, llevas varios días de esa forma — sugiero mordiendo mi labio nerviosa.

A veces no debo hablar de más.

— Cuando vuelva a Nápoles, le pediré a Daniel que me lleve a uno — acota suspirando.

Rachel me importa, es lo más cercano a una amiga que he tenido en mis diecisiete años y ella siempre está preocupada por mi bienestar, yo también estoy intranquila por sus nauseas, mareos y esos vómitos matutinos que tiene la mayoría de los días. En verdad espero que nada malo le pase, Rachel es una gran persona.

El resto del viaje a Sicilia se la pasa durmiendo, a mi me cuesta estar tranquila, siento que algo va a suceder y no se que es.

Solo espero que nada malo, no puedo lidiar con esas cosas.

Cuando llegamos a Sicilia, un gran séquito de autos y hombres nos esperaban en la pista de aterrizaje. Giovanni, el hermano de Brandon fue al que reconocí entre tantos desconocidos.

— Bienvenidas — nos saluda.

— Estoy muy enojada contigo — le advierte Rachel dándole un fuerte abrazo.

— Esta vez no hice nada — se excusa el hombre mientras nos guía a su auto.

Ella lo mira como diciendo, tú eres el culpable de todo y lo sabemos muy bien.

Ellos se enfrascan en una conversación sobre las actitudes de Francesco empeoran, nombran el nombre de una mujer que al parecer murió y por eso afecta al hombre, pero no intervengo, solo miro por la ventanilla del auto haciendo como que no presto atención cuando es todo lo contrario.

A veces suelo ser demasiado curiosa.

Cuando llegamos a esa gran casa, Brandon estaba apoyado en su auto, sonrío al verlo, pero me toma por sorpresa que al darse cuenta quienes somos se sube a su vehículo y sale pistando demasiado fuerte.

— ¿Y a este que le pasa? — consulta Rachel.

— Ya sabes — contesta Giovanni encogiendo sus hombros.

¿Qué sabe?

¿Qué le sucede a Brandon? ¿Está así por mi culpa?

Tal vez, si soy un estorbo para su vida.

— Vamos Mare — dice Rachel abriendo mi puerta para que baje del auto.

Me siento tan mal conmigo misma.

— ¿Oye, estas bien?  — escucho que me pregunta Giovanni con su ceño fruncido.

— Si, no es nada — respondo dando una fingida sonrisa.

Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora