Capítulo 10.

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Pía.

Todas las personas tenian sus debilidades, Josefina tiene una obsesión por el poder y por Francesco Salvatore, eso vuelve más fácil atacarla porque usaríamos esos puntos para empezar a destrozarla lentamente. Cuando le planteé la idea a Daniel no estuvo muy convencido, pero luego entendió mi punto, humillarla delante de todas esas personas que ella quería ganarse su respeto seria llevarla a un punto de no retorno. Francesco es la carnada y luego sería mí turno de jugar con su estabilidad mental.
El plan está encaminado, todo empezarían a tomar sus puestos, sobre todo el padre de mi hija, que se llevaba la peor parte y eso es tratar con la ponzoñoza de mi hermana.
Lo que ideamos solo tiene un gran propósito que todos salgamos victoriosos y así poder tomar de una buena vez el poder que me corresponde de nacimiento.

Empezó la cuenta regresiva, de una buena vez mandaré a Josefina siete metros bajo tierra.

— Cuídala — me pide Francesco acostando a Brina en su cunita. La había acabado de dar su biberón y dormirla.

— Lo hago desde hace tres meses — afirmo al cruzarme de brazos.

— Cuando termine esto le pondré mi apellido y la llevaré a su casa — sentencia dejando un beso en su frente.

— Lo del apellido me parece lo más justo, pero lo otro después veremos — respondo tajante.

— Es mi hija — dice saliendo de la habitación y solo ruedo los ojos.

— También la mía — le recuerdo por milésima vez.

— Nunca llegaremos a un acuerdo si no pones un poco de tí — me reclama.

Lo miro de la peor forma, sabía que ese beso solo nos iba a traer más problemas de lo que ya teníamos. Francesco Salvaltore es el hombre más terco que conozco y si ninguno ponía un poco del otro nos terminaríamos matando en el intento.

— Eres un idiota — mascullo.

— ¿Qué me dijiste? — se gira para caminar a donde estaba parada.

— Eres un idiota — repito. Levantó mi puño lista para golpearlo, él esquiva y quiero atacarlo del otro costado, pero me lo impide tomando mi puño entre su mano, me gira haciendo que quede pegada mi cara contra la pared sintiendo su cuerpo presionar el mío.

— Nunca podrás conmigo, Cairo — susurra sobre mi oído provocando que toda mi piel se erice.

¿Quién demonios se cree?

Recordando uno de los tips que Natasha me había enseñado lo uso. Levantó mi pie pizando con fuerza el de Francesco, él se queja y aprovecho a golpear con mi codo. Retrocede soltando su agarre. Me observa sorprendido y quiere vuelve a presionarme contra la pared, pero está vez cara a cara. Mis ojos llenos de furia se encuentran con los suyos que están de la misma forma.

— Te odio, Cairo — gruñe.

— Te odio, Francesco — contesto.

Me mira de la peor forma y sin esperarlo su boca se pega a la mía. ¡Por el anticristo! Un jadeo sale de mis labios al sentir como me impulsa para que mis piernas se enrreden en su cadera presionando nuestras entrepiernas. Mi boca se movía sobre la suya con la misma intensidad, empezaba a faltar aire, pero me negaba a dejar de besarle.
Siento que se mueve, sus manos bajan a mi trasero dando una ruda presión y escucho que abre una puerta.

— ¿Me deseas? — pregunta al separar nuestros labios.

— Tú me deseas a mí — contesto gimiendo al sentir como su lengua pasa por la curvatura de mi cuello.

Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora