Epílogo.

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Francesco.

Años después...

Cuando vamos creciendo, las prioridades cambian, eso no quiere decir que no me importe la mafia, seguía siendo el sotocapo y el consiglierie de Camorra, solo que ahora teniendo una familia, ellas se volvieron mi todo. Mi mujer y mi hija, son lo que más me importa, tener a mi hermano Daniel que me comprende en esto es algo bueno, porque ambos nos cuesta salir de nuestras casas, pero no podíamos faltar para conocer al futuro heredero de Sttida, es decir a nuestro sobrino, Vanni fue padre y había presentado al niño ante su clan, su sucesor, por eso viajamos a Sicilia.
Luego de esto, nos volvimos al avión privado para volver a casa.

Extrañaba a mis chicas.

— ¿Cuánto falta para que nazca tu hija? — le consulto a mi hermano mayor.

— Tres meses — responde con una gran sonrisa.

Daniel y Rachel, son lo que más rápido van. Ellos tienen a Enzo que tiene la misma edad que Brina, seis años. Luego gemelos Leone y Luciano y ahora vendría una niña para coronar esa enorme familia que juntos están formando.

— Casi nada — digo pensativo.

— Ya que preguntas, pienso tomarme ese mes para estar preparado. No quiero que me pase lo mismo que con los gemelos,  estaba kilómetros de casa cuando Rachel empezó el trabajo de parto — acota.

— Perfecto, solo dime desde que fecha quieres que me haga cargo de todo — hablo sabiendo que tal vez debería tomarme un mes de vacaciones en unos días.

Nadie sabe nada, pero queríamos darle la sorpresa a nuestra familia en unos días.

— Déjame organizarme y te comunico — responde Daniel.

Cruzamos unas palabras más sobre temas de la mafia y quedamos en reunirnos en unas semanas. Él baja en Nápoles, sede de Camorra, mientras sigo en vuelo hasta Apulia, mi lugar de residencia desde hace seis años. Desde ese mismo día en que acepté mis sentimientos por Pía, me quedé a su lado y el de nuestra hija.

No estábamos casados porque ninguno de los dos creíamos que era necesario hacerlo, ella sabe muy bien que es mi mujer y yo se muy bien que soy su hombre, nadie nos dirá lo contrario. Una relación de respeto, apoyo y de mucho odio. Tenemos nuestras diferencias o discusiones como toda pareja, además no olvidemos que ambos tenemos un carácter de mierda, pero lo bueno de esto son las reconciliaciones, nada más sublime que el sexo con ella luego de una pelea donde ninguno quiere ceder.

— ¡Papi! — grita Brina corriendo al auto al verme bajar.

Mis brazos la esperan y la hago girar disfrutando de ese momento. Mi pequeña tiene seis años, es un peligro para todos, sobre todo si esta enojada y tiene cuchillos a su lado. Como dice Pía, será una mujer de temer, claro que estoy orgulloso de su crianza, porque nadie se meterá con ella y si lo hace será Brina la que los ponga en su lugar, si no puede papá o mamá pondrán en lugar a cualquiera.

— Mi principessa — saludo dejando muchos besos en su mejilla.

— Te extrañé mucho — acota aferrada a mi cuello.

— ¿Qué me quieres pedir, cariño? — le pregunto mientras vamos ingresando a la casa donde me espera su madre con una gran sonrisa.

— Quiere un acuario y le dije que no lo tendría — dice Pía con seriedad.

— Hola Cairo — la saludo besando sus labios.

— ¿Qué tal Sicilia? — consulta.

— Stidda tiene su sucesor — le cuento.

— No puedo creer que Vanni es padre — acota riendo. — Solo falta Brandon y hacemos combo completo — agrega.

No creo que Brandon quiera hijos, todavía le duele todo lo que pasó y no se si ha olvidado del todo a su niña.

— ¿Y qué con mi acuario? — nos interrumpe Brina ganando una mala mirada de su madre.

— No lo tendrás — contesta tajante.

— ¿Papá? — me consulta haciendo un tierno mohin.

Manipuladora como ella sola y sabe que puede lograr todo cuando pone ese carita tierna para convencerme.

— Déjame hablar con tu mamá y veremos luego, principessa — digo bajándolo al piso.

— Señorita Brina, debe terminar su tarea — informa Anna, su nana.

— Ve, cariño — la aliento.

Nuestra hija se va acompañada de su nada dejándonos a solas con Pía, atraigo a mi mujer y la beso con ganas, ella hace lo mismo, provocando que terminemos en el sillón entre beso y caricias de por medio.

— ¿Alguna novedad? — consulto al separarme de su boca repartiendo suaves beso en su cuello.

— Aún nada — jadea clavando sus uñas en mí cuello.

Justo su celular comienza a sonar, se que no quiere atender, pero debe porque estamos esperando noticias buenas.

— ¿Qué sucede? — pregunto al levantarme sobre ella.

— Debemos ir al hospital, llegó el momento — dice apresurada.

Llegó el momento.

Pía corre a tomar todas las cosas que habíamos preparado, yo tomo a Brina que estaba eufórica esperando conocer al nuevo integrante de nuestra familia.
Al llegar al hospital, solo mi mujer entra mientras esperamos largas horas en la sala de espera hasta que ella sale de la sala de parto cargando un pequeño bultito rosa.

— Haces hermosas niñas, Francesco — declara dejando que conozca a nuestra segunda hija.

Al su útero no poder concebir y para no exponerla al peligro de muerte por un embarazo, decidimos contratar una mujer para que subrogar su vientre mientras el óvulo y el espermatozoide para la fecundación era propios nuestros. Queríamos ser padres y esta fue la mejor decisión de todas.

— Hola Caeli — murmura Brina mirando a su hermana.

Caeli Salvatore Cairo.

Nostra principessa.

Observo a mi mujer, no podía ser más feliz con mis chicas.

— Bienvenida a la familia — murmuro dejando un beso en su frente.

— Si pensabas que tenias suficiente con una sola niña prepárate para otra más — acota Pía con una gran sonrisa.

— Eres mala, Cairo — afirmo acercandola a mi lado para abrazarla.

— ¡Los odio! — exclama Bri contenta..

Para nosotros la palabra odio era buena, es nuestra forma de decirnos cuanto nos amábamos.

Una vez mi padre nos dijo que si teníamos la oportunidad de formar una familia con una buena mujer, no podíamos perder esa oportunidad de ser feliz y sobre todo que nunca olvidemos de enseñarle la unidad de la familia, eso que ellos debían pasar de generación en generación a cada nuevo Salvatore que llegaba a este mundo.

— ¿Ya no podemos jugar juntas? — consulta Brina tomando la manito de su hermanita.

— Aún no, Caeli todavía es pequeña — responde Pía.

Caeli abre uno de sus ojitos y luego el otro para observarnos, soy padre de otra niña.

Nada más lindo que esto, el amor de familia.

Dichoso de tener tres hermosas mujeres a mi lado que me volverán loco en un futuro, pero son mi todo y lo más importante de mi vida.

Solo diré que el mundo y la mafia se prepare porque mis hijas serán de temer, tal vez un poco más locas que su madre y por ende peligrosas.





Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora