Capítulo 22.

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Malak.

Juro que no me entiendo.

¿Qué hice?

No encontraba ninguna explicación razonable a lo que hice, sin importar si tenía dinero para mis gastos el resto del mes ingresé a esa joyería, compré una sortija, grabé mi inicial y la suya, acompañada del día que nos casamos y como una loca volví al hospital, directo a su despacho para que se ponga esa maldito anillo para que ambos estemos en igualdad de condiciones. Ahora podía dejar claro en todo el hospital que nadie podía querer robarme ese hombre porque es mi esposo.

No se en que momento me volví de esa forma tan posesiva, pero con Vanni a mi lado y sumenle el hecho que hablen de él, pone de una manera que soy capaz de arrancarle los ojos a cualquiera que lo mire con otras intenciones.

Karina más vale que se abstenga a cualquier indicio de coqueteo porque la mandaré a que la tiren del acantilado más alto que exista en Sicilia, ya estoy demasiada cansada de ella.

— Te estaba buscando — me intercepta Giulio en la puerta de ingreso de la sala de residentes.

— Salí a comprar una cosa — contesto.

Ingresamos, Odette junto a la arpia de Karina nos esperaban para supuestamente almorzar y es ahí donde les iba a mostrar mi anillo, dejando claro como son las cosas.

— ¡Apuren que muero de hambre! — exclama Odette.

Dos golpes en la puerta, me hace acercarme a mí a abrirla para encontrarme con Gael que traía algo en sus manos.

— Esto se lo manda el señor — dice al entregarme lo que sostenía en sus manos en las mías.

Siento el olor riquísimo que me hace sonreír.

— Gracias, dile que la próxima tiene la obligación de almorzar conmigo — declaro viendo como Gael asiente a mis palabras.

Lo veo retirarse, cierro la puerta y cuando me giro tres pares de ojos me observan con curiosidad.
No les doy importancia, me acerco a la mesa apoyando la bolsa, saco mi almuerzo para encontrarme con un tabbūle, una típica comida de mi país.

— El que te trajo el almuerzo, ¿qué es el jefe? — consulta Odette con curiosidad.

— Gael es su chofer — respondo fascinada con mi almuerzo.

— ¿Qué tienes en tu mano, Malak? — pregunta Karina viendo donde llevo mi alianza de matrimonio.

Me hago la desentendida, hasta escucho chillar a Odette mirando en la misma dirección.

— ¿Esto? — inquiero.

— Si eso, Malak — masculla Karina con su mandíbula tensa.

— Mi sortija de matrimonio — digo con seguridad mientras tomo lugar en mi asiento como si nada.

Giulio a mi lado se atora con su comida, las chicas me observan a anonadadas y yo llevo mi primer bocado a la boca.

Después de esto, todo se haría más oficial y el hospital entero sería conscientes que soy la esposa de Giovanni Salvatore, dueño del lugar donde trabajamos.

— Malak — murmura Odette.

— ¿Qué sucede?

Ellos me miran como si hubiera una segunda cabeza en mi cuerpo.

Nadie dice nada, solo vemos como nuestra jefa ingresa a la sala, me mira y siento mi cuerpo recorrer una helada sensación ante su mirada.

— Su esposo me dió las buenas nuevas, felicidades doctora — habla con cierta ironía en su voz.

Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora