Capítulo 17.

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Pía.

Siempre las transiciones son lo más largo en este proceso, tomar posesión del liderazgo de una mafia, lleva sus tiempos y protocolos. Alinear mi clan venía bastante difícil, pero solo bastó que les de una sola advertencia para saber de lo que estoy hecha y de lo puedo hacer si solo jodes mi poca paciencia. Que subestimen mi forma de ser o se atreven a querer compararme con Josefina sacaba lo peor de mí.
Por ser mujer no significa que me pasarás por encima, no, eso nunca lo permitiré y es por eso me llevó un mes alinear a toda la Sacra Corona Unita, pero ahora que estaba organizando, no tenía excusas para traer a mi pequeña princesa a su nueva casa.

Había decidió comprar una nueva mansión, la otra la mandé a quemar por completo, solo me llevé mi amada jaula para instalarla en el hogar que viviremos de ahora en adelante.

Ahora debía empezar a poner a organizar mi vida entre ser mamá y a su vez no descuidar mis obligaciones dentro de la mafia.

— ¡Mi pequeña! — exclamó al ver entrar a Francesco con nuestra hija en brazos.

Mi niña estira sus brazos y no tardo nada en tomarla entre los míos, para llenarla de besos. Nadie más me va separar de mi pequeña, bueno solo los días que pase con su padre, después de todo debo compartir su custodia con él. Toda la vida estaría en contacto con Francesco porque tenemos algo que nos une y eso es el bienestar de Brina.

— Nada mal — lo escucho decir mirando la nueva casa.

Mis ojos se encuentran con los suyos, no lo veía desde el momento de la boda. Tenía tantas cosa que hacer que solo nos comunicabamos por celular y mis preguntas siempre eran destinadas a saber como estaba Brina.

Creo que nosotros nos merecíamos una charla, para dejar en claro las cosas.

— Señora — dicen Gael. Mi nuevo jefe de seguridad que ingresa con un gran ramo de rosas rojas.

— ¿Y eso? — cuestiono sorprendida.

— Giuseppe Lombardi, le envía esto de su parte — me informa.

— Gracias Gael, apoyalo por ahí — contestó marcando la mesa que había en una esquina.

— ¿Por qué el líder de Mala del Brenta te envió rosas? — inquiere Francesco.

— Cortesía — acoto encogiendo mis hombros despreocupada.

— ¿Tú te reuniste con él? — cuestiona.

— Por una videoconferencia — digo sonriendo al ver como Brina envuelve sus brazos en mi cuello.

Amo a mi hija.

Creo que todo pasa por algo, lo que le sucedió a mi útero, es la respuesta a todo. Esa bala destrozo la posibilidad de que pueda gestar un bebé  de forma natural. Mis óvulos sirven, solo que el útero no y podría morir en el intento de querer pasar por un embarazo. Cuando el doctor me contó eso, me hizo dar cuenta que deseaba ser madre y mi camino se unió a mi pequeña niña, mis manos las sostuvieron por primera vez. Soy su mamá, nadie me dirá lo contrario.

— Me estás escuchando — dice Francesco haciendo que frunza mi ceño.

— ¿Qué? — pregunto saliendo al gran parque que tengo.

— Que es hora de la siesta de Brina. Antes de subirnos al avión le di su papilla — me cuenta.

Bri tiene seis meses y hace dos semanas había empezado a comer. Me odiaba no haber podido estar ese día, pero se que estaba organizando su seguridad y como será su vida. Ella no tiene idea de todo lo que le espera por ser mi sucesora dentro de unos años. Además por el lado de su padre también si quiere podría ser la consejera dentro de Camorra, se que es muy pequeña, pero decida lo que decida, se que estaremos ahí para apoyar todas sus decisiones.

Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora