Capítulo 4.

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Marena.

Seguía sin entender el porqué al señor Brandon le parecía divertido que haya preguntado por los gansos, aunque se que lo que dije terminó avergonzandome delante de todos en esa mesa durante la cena. Después no pude ni levantar la vista de mi plato para no hacer contacto visual con ninguno de ellos. Rachel buscaba que me incorpore en la charla, pero me negaba a hacerlo, estaba demasiado incomoda entre tantos hombres, no entendía como ella podía ser tan natural hablando con cada uno, se notaba que llevaba años tratando aquí y podía mandar sin que ellos se quejen en el proceso.

Admiro su forma de ser.

Tiene una personalidad dulce, tierna, pero se nota que su carácter es fuerte, que no se va dejar humillar por nadie. Ojalá pudiera tener esa forma de ser como la de ella, yo soy todo lo contrario, más tímida y me dejo humillar porque crecí a lado de un hombre que nunca me dijo nada lindo, sino todo lo contrario, siempre fui el estorbo en su vida.

Rachel me había asignado una habitación, cuando ingresemos mi boca se abrió de gran manera observando la magnitud del espacio. Nunca tuve algo tan hermoso como todo eso, la cama, el juego de sábanas y podria nombrar miles de cosas más, esto es demasiado hermoso.

— Espero que te sientas cómoda, buenas noches — me dice con una gran sonrisa.

Nunca nadie había sido tan amable como lo estaba siendo ella esté día y siendo una desconocida porque nos habíamos conocido hace menos de doce horas, pero me trataba como si fuera parte de su familia.

— Gracias Rachel, por todo — comento sonriendo.

— No es nada cariño, ahora eres parte de la familia — asegura.

¿Familia?

Nunca había tenido una familia y Rachel me estaba diciendo que soy parte de su familia, eso si no tiene precio.

— Gracias Rachel — digo por endecima vez antes de abrazarla.

Ella se retira y me deja sola en esa gran habitación. Mi mandíbula se desencajada cuando entró al baño encontrando un montón de bolsas con ropa, había elementos de higiene y muchas zapatillas.

¿Todo esto es para mi?

Esto es mucho, no se quien lo había dejado aquí, pero esto es demasiado para mi.

Escucho que algo golpea el vidrio de mi ventana, con cierto temor me acerco para ver como una pequeña piedrita impacta en el cristal sin romperlo. Terminó de acercarme para encontrar al señor Brandon que me hace señas para que abra la ventana.

— ¿Qué? — pregunto confundida.

— Mande a comprar ropa y cosas que necesites, saliste de tu casa sin nada...

— ¿Tú compraste todo eso? — consulto.

— Si, ¿hay algún problema? — contra pregunta con su ceño fruncido.

— No, solo que es mucho — acoto suspirando.

— ¿Se puede saber que haces? — pregunta el señor de barba saliendo con dos vasos en sus manos.

— Hablo con la niña — le responde marcandome.

— Deberías estar durmiendo — me dice a mi con su ceño fruncido.

— Vete a dormir, deja de espiarme, niña — acota el señor Brandon con una media sonrisa en su rostro.

— No te estaba espiando — me defiendo.

— Si lo hacías, las niñas buenas no mienten — se burla.

— Ya me ire a dormir señor de barba — digo molesta.

Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora