Capítulo 8.

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Malak.

Si algo había aprendido en estos pocos meses de residencia es que las noches de grandes tormentas o las de luna llena, potenciaba los nacimientos en cadena. Esta noche estaba de guardia, todavía el reloj no marcaba las ocho de la noche y truenos daban un poco de terror, anunciando que vendría una gran lluvia, lo cual nos ponía a todo el hospital en alerta para lo que sería una larga e intensa jornada laboral.
Me encanta ver los nacimientos, esos momentos donde la mujer trae al mundo a esas pequeños bebés que cambiaran su vida para siempre.
Cuando estudiaba medicina, quede enamorada de la parte ginecologica y obstetrica, es por eso que me encamino a ser una de las mejores, pero ser una de ellas conlleva mucho trabajo además de aprendizaje.

Días buenos y muchos malos.

Días de felicidad y otros que son de completa tristeza.

Es parte de mi formación, a veces duele, pero debo secar mis lágrimas y seguir para adelante.

Solo los que pasaron o están pasando una residencia médica me entenderán.

— ¿Qué haces? — cuestiona una voz que conozco a la perfección.

Sin mirarlo y concentrada en la entrepierna de esa mujer que quedó con un condón en su interior.

— Estoy trabajando — contesto.

Giovanni está detrás de la paciente, por lo menos respeta un poco la intimidad y lo que me sorprende es verlo con la ropa reglamentaria del hospital y no con sus costosos trajes a medida.

¿Qué demonios planea?

— ¿Necesitas ayuda? — cuestiona.

Uno segundos levanto mi vista para observarlo y enarco una de mis cejas. No tiene idea de lo que hago, muchos menos entenderá si le pido algo.

— No, gracias.

Continuo con mi trabajo, se que me observa, pero eso no me intimida en absoluto sino que sigo. Extracciono el condón, hablo con la paciente dándole las recomendaciones que necesita para poder evitar un embarazo y alguna enfermedad de transmisión sexual.

— ¿Cuántas vaginas al día miras? — me pregunta Giovanni cuando salgo del cubículo donde estaba atendiendo.

— Idiota — mascullo.

— No tenía idea que también te tocaba hacer esas cosas. Pensé que solo seguias los embarazos y traías niños al mundo — acota.

— También me toca la parte de ginecologia ...

— Entonces tienes que ver demasiadas vaginas por día — comenta pensativo.

No le conteste, es un idiota.

— ¿Por qué estás vestido de esa forma? — inquiero observando su ropa de hospital.

No voy a negarlo le queda demasiado bien la ropa, le ajusta en lugares justo marcando sus musculos a la perfección. Mis ojos se van a su brazo haciendo que me pierda en el tatuaje que tiene en todo su brazo izquierdo. Me veo como una tonta mirando con atención mientras mis dedos delinean la tinta.

— Sabía que tenías tatuajes — afirmo.

— ¿Te gustan? — pregunta.

— Me encantan — declaro perdida en la imagen que refleja.

La manga tatuada en su brazo izquierdo mostraba un gran camino, seis faroles, una gran casa y un reloj en su codo.

— Eso que no viste los demás que tengo.

— Se que tienes el nombre de tu padre tatuado — recuerdo mirando su muñeca derecha.

— Tengo otros — comenta de forma misteriosa.

Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora