Capítulo 9.

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Brandon.

Si pensaba en la niña, una parte de mi cuerpo reaccionaba haciendo que me sienta como un jodido enfermo mental por sentir atracción por alguien que todavía es menor de edad y le llevo diez años de diferencia. Todo esto está mal, es enfermo y no debo volver pensar en ella, ni en su precioso cuerpo desnudo...
¡Mierda!
No, no debo pensar en ella.
Huí de esa gran casa, lamento dejarla con los folladores seriales de Daniel y Rachel, pero sino me alejaba de Marena por un tiempo determinado, nos traería problemas a todos. No merece esto, por eso debo dejar de estar siguiendo las órdenes de Vanni y completar de una buena vez mi venganza contra ese hijo de puta que quiere robarla para así por todas liberarla, para que sea feliz como se merece.

— ¿Se puede saber que te sucede? — inquiere mi hermano al sentarse a mi lado en ese bar.

— Quería estar solo — mascullo dando un sorbo rápido a mi vaso de whisky.

— Raro en ti — acota pidiéndole a la chica de la barra que le sirva lo mismo que estaba tomando

— Ahora no puedo estar solo — ironizo bufando.

— Esto es por la niña — asegura Francesco ocultando su sonrisa.

— Me siento un jodido enfermo — reconozco cansado.

— Se un poco más comunicativo así te entiendo — me pide.

— Debemos deshacernos de ella — sentencio.

— Ni lo sueñes, estará contigo todo lo que tiene que estar. Vanni te dio una orden y debes cumplirla — me recuerda con una mirada letal.

¡Maldita sea los hermanos!

— Déjame beber tranquilo — le pido haciéndole señas a la chica de la barra que me deje la botella completa.

Necesito una buena dosis de alcohol para olvidarme de todo por una noche por lo menos.

***

Sentía un suave movimiento en mi brazo que solo me hacía quejar, tenía un fuerte dolor de cabeza que impedía mis ganas de abrir los ojos. Solo quería dormir.
Algo roza mi brazo desnudo y mi sistema de alerta reaccionó tomando con fuerza a la persona que tenía a mi lado tirándole a la cama y cuando abrí mis ojos me encontré a mi gran problema que tenía los ojos bien abiertos asustada por mi reacción.

— ¿Qué demonios? — mascullo.

— Duele — se queja provocando que suelte mi agarre de su brazo.

— ¿Qué  demonios haces, niña? — pregunto cabreado.

— Francesco me dijo que te levante porque después del desayuno iremos al cumpleaños — me cuenta avergonzada mirando sus manos.

Gruño, maldita seas Francesco.

Sabe que tengo un gran problema, que siento que no puedo estar cerca de ella y el maldito idiota la había mandado para que venga con su dulzura a levantarme.

— Esta bien, vete de mi habitación — ordeno mirando para otro lado.

Me negaba a mirarla a la cara, si lo hacía las imágenes de su cuerpo desnudo se hacían presente ocasionando un gran síndrome de bolas azules.

Todo esto es culpa de Vanni.

Ahora que lo pienso bien, podría matar a mi hermano, tomar el poder y ... no mejor dejo de pensar esas cosas sino mi padre se levantaría de entre los muertos para tirarme la pata por desobediencia, nunca se puede atacar a un miembro de la familia.  Los Salvatore no somos ratas traidoras que se traición por poder o dinero, papá siempre nos inculto la unión entre nosotros, podemos tener caracteres completamente diferentes uno con el otro, pero nunca dejaríamos de lado nuestra unidad como familia.

Mafia italiana. (3.5 SAP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora