Mafia italiana. (3.5 SAP)

Capítulo 25.

Brandon.

Nunca me sentí de esta forma, sus ojos cargados de lágrimas, su voz cargada de tristeza y reproche, su dolor por la pérdida de nuestro hijo, me hacían mierda en todos los sentidos. Nada que pudiera decir, sentir o expresar podía hacerle entender que también sufro por esto. Es mi culpa, mi distracción en buscar alejarla de mí hizo que no me diera cuenta de lo que el bastardo de Busnelli estaba organizando para atacarnos.
Él se ríe de mi desgracia, goza pensando que Marena había muerto en ese accidente, Vanni fue más sensato en cambiar algunos datos antes y también ideó que piense que perdí la vida en esa explosión dentro de la mansión.

Ese hijo de puta no tenía idea de lo que tenía maquinado en mi cabeza, a mi padre lo consideraban el diablo napolitano y ahora dejaré bien en claro que peor podía ser uno de sus herederos cuando estaba cabreado como estaba.

Esta venganza es por ella y nuestro hijo.

— Me vas a escuchar — me detiene Daniel.

— No estoy para charlas de auto ayuda, porque no entiendes ni  puta idea como me siento —mascullo empujando su agarre.

— Brandon — se escucha la voz de Francesco cargada se reproche.

— ¿Qué no te entiendo? — ironiza mi hermano mayor empujandome fuerte contra la pared y una mirada cargada de enojo.

— Daniel, no es momento — interviene mi cuñada tocando su hombro para tranquilizarlo.

— Déjame centrarle las ideas a este cabron de mierda — masculla.

No entendía porque reaccionaba de esa forma, no entendía mi puto dolor hasta que volví a centrar mis ideas. Había sido un bastardo con Daniel y mi maldita frase, si él comprendía lo que es perder un hijo, su pasado, se lo hacía recordar.

— Daniel, yo ...

— Cierra la puta boca y centra tus ideas, te necesito metódico en esto, no como si fueras un maldito niño caprichoso que le quitaron una paleta — sisea sin dejar de hacer esa suave presión en mi hombro.

— No me quitaron una paleta — gruño.

— No, te quitaron un hijo y casi mataron a tu esposa — comenta Francesco. — Quiero que empieces a canalizar todo ese enojo y frustración en el momento que sea necesario porque no necesitamos un inmaduro queriendo buscar venganza — agrega con contundencia.

— No soy un niño al que deben cuidar. Tengo veintiocho años y se lo que debo hacer — sentencio.

— Menos mal que soy el metódico de los Salvatore — acota Vanni rodando los ojos.

— Tengo a la lagartija — escucho que dice Pía caminando hacia nosotros.

— ¿Qué hiciste? — le pregunta Fran frunciendo el ceño.

— Mientras ustedes pensaban, esta mente brillante — se auto señala. — y mi gente, encontró el escondite de la lagartija, esta rodeado — mi prima me mira con una sonrisa sádica. — tengo todo para que hagas mierda a ese hijo de puta — agranda más su sonrisa.

— ¿Dónde está? — pregunto.

Era momento de cobrar venganza.

Por ella.

Por nuestro bebé.

Haré pagar a Fabio Busnelli cada lágrima de Marena.

— Están en Marzamemi — me informa Pía.

El famoso pueblo de los pescadores, es el lugar donde ese bastardo está escondido. Debió salir de Sicilia antes que lo encontremos, porque ahora de la única forma que lo hará es muerto y mis manos picaban con ganas de no solo molerlo a palo, sino que tenía en mi cabeza algo que la mafia rusa nos había proveído para torturar a nuestros enemigos.