7.Encuentros y despedidas (Parte 2)

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El camino serpenteaba lo suficiente para no darle tiempo de cargar de vuelta una flecha en el arco. Adelayn Freecs se agazapaba en el lomo de su caballo trabajosamente. Al dar vueltas saltaba por los pastizales adentrándose cada vez más en la arboleda cercana. Desde su naufragio en el Golfo de las joyas no sentía el corazón latir tan rápido. Aún cuando esos recuerdos le traían tristeza, era preferible tenerlos en mente. Pues no sabía cuándo volvería a naufragar o eso le gustaba pensar. Los últimos años estaba segura de que estaría destinada a una vida aburrida bajo las faldas de Cilya. Casada con algún aristócrata de Aenthos donde solo los libros y las historias de su marido le darían cuenta de más mundo del que ella conocería. Destinada a batallar con los corsés que apretaban sus costillas y su pecho. Y ahí estaba peleando con un arco que no quería tensarse, batallando por no caerse del caballo.

Niall la seguía de cerca disparando con gracilidad aún con todos los movimientos bruscos del equino. Para este punto pensó que jamás comprendería como un hombre tan robusto se movía cual zorro en la noche, su calidad de cazador no era suficiente explicación para su letalidad y talento. Eoin estaba retrasado en la carrera, lo suficiente para no verlo, pero no tanto para dejar de escuchar el galope de su caballo.

Llevaban demasiado tiempo persiguiendo el carromato de los cuervos, y si bien los enmascarados habían perdido ya un par de hombres, (caídos en el camino) no detenían su paso por más que les ordenaran que lo hicieran.

Cargó una flecha. «¡Por fin!, ahora verán» Disparó apuntando a las piernas de uno de los hombres con mascara de cuervo. La flecha se desvío hasta dar con el suelo, muy alejada de su objetivo.

Otra flecha salió de la periferia de Adelayn. Silbando dio de lleno en el hombre que conducía, apenas este dejo ver su cabeza al intentar apuntarle a ella con la ballesta.

El carromato dio un giro perdiendo el control.

Los gritos de los dos hombres que yacían encima de él fueron apagados por un rugido cuando el vehículo comenzó a derraparse hasta caer en el suelo. Dio casi una vuelta completa destrozándose en el proceso. Los hombres salieron disparados entre los pastizales. «Eso les hará aprender»

Adelayn bajó del caballo con premura. Escuchó la gruesa voz de Niall desaparecer en un aviso ininteligible.

Se acercó al carromato volteado buscando aquello que había hecho tanto ruido, aquella carga que los cuervos portaban. Todo lo que había escuchado de los Fantasmas de Bertrand y sus cuervos fue por parte de los mercenarios de Litae. Y una que otra cosa que logro sonsacarle a Cilya, ninguna de ellas buena, pues no eran más que criminales a su gusto. Traficaban con cualquier cosa que pudiera dejarles dinero, bienes o servicios «Incluso personas —Pensó horrorizada por la idea» Y se defendían imponiéndose sobre las almas (Aunque ella no comprendía del todo el concepto), usando cuerpos como meros materiales y herramientas para su propósito. Aquellos que habían caído por el suelo no habían demostrado tales capacidades. «Eso no significa nada, alerta, ponte alerta»

Un escalofrió recorrió su espalda al escuchar el sonido de los pastizales.

Intentó sacar la espada que llevaba en el cinturón. Cuando esta se atoró con la correa maldijo para si en un murmuro. Sus piernas se llenaron de miedo, y el nervio de la situación hacía que esa correa fuese tan fuerte como una cadena.

Un cuchillo salió de los pastizales rozando una de sus mejillas.

Sintió la sangre bajar de su cabeza y con los ojos desorbitados siguió la daga. «No quería darme a mi»

La daga perforó la cabeza del cuervo que había quedado tendido en el suelo. Un alarido irrumpió la tranquilidad de la noche seguido de más. El sonido humano cubrió la zona rasgando el aire en un rayo de luz de color cambiante. El cuerpo convulsionó en espasmos, su carne se expandió como si fuese a estallar en cualquier momento, cubriendo el suelo de carmín. La imagen la hizo vomitar violentamente y unn hedor se desprendió en la zona tan profundo que casi la hizo sacar el estómago de vuelta.

Nacido del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora